La única envidia posible

Jerez de la Frontera

Se barrunta la Navidad y se acerca la Nochebuena. Es tiempo de ensayos y preparativos. En Jerez, disfrutaremos de una celebración grandiosa y universal porque, desde diciembre a Reyes, Jerez es la capital del imperio. Y lo es porque resultan unas fiestas tan completas que rebosan de calidad, excelencia y pestiños enmelados. Nos distingue el Nacimiento jerezano, un asombro para el mundo, con la Asociación de Belenistas de Jerez al frente, que acaba de celebrar su XXII Congreso Internacional. Tuvimos y tenemos a los mejores imagineros y constructores de belenes y dioramas: José Guerra Carretero, Juan Mateos Portillo, Antonio Peña Bernal, Miguel Pérez Carrillo y Pedro Ramírez Pazos, entre otros. Nos distingue la gastronomía navideña, dulce y salada, que recibe cada año incontables medallas de oro y nos conquista en bares, restaurantes, hogares y conventos. Ahí están Santa Rita, frente al comedor de El Salvador, y las Clarisas, en calle Barja.

Nos distingue la Zambomba, Bien de Interés Cultural. Un logro incomparable que sigue fermentando bajo el misterio del velo de flor. Villancicos, romances y coplas, que rememoran las reuniones en familia de las casas de vecinos, con el Flamenco como astro rey y la huella pionera de los discos de la Caja de Ahorros de Jerez. Bienvenidos sean los nuevos, pero que nunca se pierdan los villancicos de siempre.

Y nos distingue el alumbrado, los escaparates, el espíritu solidario de nuestra gente y el ambiente de una ciudad en la que no hay mesoneros ingratos. Estas glorias nos anuncian que, un año más, los caminos se hicieron con agua, viento y frío y que la única envidia posible en la Nochebuena de Jerez, la única envidia posible, es la que tiene la fuente del color de "Su carita divina", como escribió Antonio Gallardo. Mientras tanto, hoy por hoy, ¡Feliz noviembre, Familias!