Un paseo por la ermita del Mimbral

Jerez de la Frontera

Esta semana nuestro paseo se inicia en la carretera que va desde San José del Valle al Tempul, un recorrido llano y fácil, apto para todos, que puede realizarse en cualquier época del año.

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El lugar donde se ubicaba la Ermita del Mimbral a casi 40 km de la ciudad, es sin duda un paraje singular cargado de historia. En los siglos medievales fueron tierras de frontera hasta que el cercano castillo de Tempul fue ganado a los musulmanes en 1309. Unos años después, en 1333, Alfonso XI hizo cesión a los jerezanos para su defensa, del castillo de Tempul y sus aldeas.

Tras su incorporación al Jerez cristiano, a comienzos del s. XVI, estas tierras eran conocidas como Vegas del Vicario y en 1503, bajo el reinado de los Reyes Católicos, nos recuerda el profesor E. Martín, que fue, junto a Fuente Rey, uno de los lugares en los que se pretendían crear nuevos asentamientos para poblar el extenso término jerezano.

En el tramo final de nuestro paseo, cuando la lámina del pantano lo permite, veremos las ruinas de la Ermita del Mimbral entre las que destacan los troncos secos de los cipreses que crecían en su cementerio.

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Tras la construcción de la presa de Guadalcacín en 1993, y su entrada de funcionamiento dos años después, empezó a inundarse todo este valle del Majaceite hasta Tempul, dejando poco a poco bajo sus aguas todas las edificaciones y tierras que estuvieron bajo la cota de la presa. Ente ellas la Ermita de Nuestra Señora del Rosario, conocida popularmente como del Mimbral, el nombre del paraje donde se asentaba a orillas del Majaceite.

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La Ermita fue también el origen de un pequeño asentamiento en sus alrededores, aprovechando la fertilidad de las tierras de los Llanos del Mimbral y del Vicario, llegando a tener un cementerio propio. Ambos, iglesia y cementerio fueron trasladados a S. José del Valle a finales de los 80. En sus últimos años, antes de que las aguas del pantano acabaran por cubrirla y arruinarla, aún se mantenía junto a ella una venta, parada obligada desde antaño en los itinerarios de la campiña a la sierra.

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Al inicio de nuestro paseo, llama nuestra atención a la derecha del camino una caseta construida en sillares de piedra caliza. Se trata de la Casilla del Vicario, que forma parte del acueducto de Tempul.

El acueducto, una magna obra de 46,5 km desde los manantiales de Tempul a Jerez, fue proyectado por el ingeniero Ángel Mayo y entró en servicio en 1869. En la actualidad sigue conduciendo sus aguas hasta los depósitos ubicados en el Parque Zoológico, conocido por este motivo como "Tempul".

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Un dato que nos da idea de la precisión con la que fue construido este acueducto es que, desde la salida de los manantiales, hasta la Casilla del Vicario, donde nos encontramos, en un recorrido de algo más de 2 km, apenas hay un desnivel de 95 cm. Ello supone una ligerísima pendiente de 1 m por cada 3 km, lo mínimo para que el agua fluya lentamente, sin perder la energía que necesitará luego para salvar los sifones a lo largo de su recorrido.

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