Las películas inaugurales de San Sebastián y Seminci lllegan a la cartelera

Córdoba

Se estrenan simultáneamente las cintas encargadas de inaugurar los dos certámenes españoles más importantes en cuanto al mejor cine de autor: San Sebastián y la Seminci de Valladolid.

La bellísima y emocionante “El chico y la garza” se encargó de abrir la 71 edición del Festival de San Sebastián y sirvió también como celebración de la entrega del Premio Donostia a su director, el maestro de la animación Hayao Miyazaki. A sus 82 años firma nuevamente el guion superponiendo elementos del libro “¿Cómo vives?”, de Yoshino Genzaburō que le marcó en su niñez, también de la novela de John Connolly “El libro de las cosas perdidas”, y de sus propios recuerdos de infancia. Y así va configurando la relación entre el chico protagonista, su familia y su entorno, conjugando el mundo real con otro misterioso y mágico. Sin desvelar mucho acerca de la trama, diremos que es una nueva fantasía de aventuras sobre la infancia y el poder de la literatura donde, como en otras películas del director, están presentes la experiencia de lo maravilloso y el viaje. Una vez más, el asombroso universo artístico y narrativo de Miyazaki funde leyendas y cuentos tradicionales con la mitología sintoísta, la comunión con la naturaleza y el culto a los antepasados.

Una película de poderosas imágenes cuya banda sonora está compuesta por Joe Hisaishi, colaborador inseparable del director, que aporta los elementos musicales claves para general la atmósfera emotiva que envuelve al espectador.

Por su parte, “La contadora de películas” ha marcado el inicio de una nueva e ilusionante andadura de la Semana Internacional de cine de Valladolid a cargo del director José Luis Cienfuegos. La cinta adapta la hermosa novela de Hernán Rivera Letelier, Premio Nacional de Literatura de Chile. El guion lo coescriben Walter Salles, Rafa Russo e Isabel Coixet, mientras es Lone Scherfig quien se hace cargo de la dirección.

La acción se sitúa en un pequeño pueblo de la pampa chilena próxima al desierto de Atacama. Un poblado surgido como campamento salitrero, donde la actividad de extracción representa la principal vía de subsistencia de sus habitantes. En esa salitrera trabaja el padre de la niña protagonista, que desde el comienzo es la encargada de relatarnos cómo se desarrolla la vida en el lugar y pronto advertimos la enorme relevancia que adquiere el cine como espectáculo de entretenimiento en ese medio rural. Cuando determinadas circunstancias impiden que su familia acuda a la sala de cine, la chica mostrará una capacidad de describir películas de una forma tan original y entretenida que la hace merecedora del apodo de “contadora de películas”. Ella va a narrar los largometrajes contemplados a otro público, en una suerte de “segundo cine oral”. Vamos asistiendo a sus representaciones de “El hombre que mató a Liberty Balance”, “Espartaco”, Los Diez Mandamientos” o “Desayuno con diamantes”, entre otras, mientras la vemos crecer e ir cambiando la situación del entorno. Llegarán la televisión y el golpe de Estado del general Pinochet. De modo que el relato de las películas y el relato personal de la protagonista acaban conformando también el relato colectivo de la comunidad salitrera y del propio país.

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Alondra Valenzuela y Sara Becker son los pilares interpretativos fundamentales en los que recae el papel protagonista en sus dos edades. Las dos jóvenes actrices chilenas consiguen destacar por encima del magnífico reparto internacional que las acompaña: Berenice Bejo, Daniel Brühl y Antonio de la Torre.

La banda sonora está compuesta por Fernando Velázquez e incluye, además, piezas cinematográficas clásicas y el bolero “Las flores que me diste”, que se canta en varias ocasiones y cobra especial significado.

“La contadora de películas” muestra la fascinación ante el cine, su poder sanador y es toda una celebración del arte de contar historias.