Cádiz arropa a Bienvenido en su debut en solitario en el Falla

Cádiz

Solo muere aquello que se olvida. Y Jesús Bienvenido, cantante, autor y también actor, se resiste a que mueran, es decir, a que sean olvidados, aquellos abuelos de los que procede el Carnaval de Cádiz, aquellos, que tras la Guerra Civil, fueron asesinados, algunos de ellos solo por haber pertenecido a una murga. Bienvenido empezó hace un año a representar El Rámper. Debutó en El Pay Pay, le siguió la oportunidad de formar parte del Festival Iberoamericano de Teatro (Cádiz) del año pasado en La Tía Norica y ha girado por varios teatros españoles. Este domingo ha llegado a El Falla, la gran meta de cualquier artista gaditano. Y Cádiz arropó con un lleno este debut en solitario de Bienvenido en el gran teatro gaditano. Aunque su talento hace presagiar que quedan muchas más metas por alcanzar.

Bienvenido se pinta la cara y se pone en la piel de Martín Martín León, un autor de letras del carnaval gaditano, que se ha disfrazado de payaso para interpretar a su vez a El Rámper, que fue un payaso real al que una murga de Manuel López Cañamaque homenajeó bajo el nombre de Los Rámper filarmónicos. El personaje va relatando su vida con canciones. En la primera se presenta como hijo cantor de la clase obreras, aquel cuyas manos hacen pan, sueldan el metal, siembran y siegan, encolan la madera y también se pintan, como él, la cara. Aprendemos así que en la guerra estaba en el bando vencido y que, con otros acaba en la prisión y frente a un pelotón de fusilamiento. Y mientras le llega la muerte conocemos otros personajes: su padre, su amada trapecista, el maestro Don Liberto, o los soldados que le encaminan a su final.

Al igual que hacen Las Niñas de Cádiz, Bienvenido se sirve del carnaval como la masa de este espectáculo, que moldea a su gusto, demostrando, una vez más, que sigue en forma componiendo la música y la letras de coplas de una comparsa: su impactante presentación, sus contundentes pasodobles al miedo, a la bandera o en homenaje a su padre; sus cuplés desobedientes, irreverentes y proclives al desacato, y sus canciones de amor y protesta que conforman un popurrí conmovedor. Pero El Rámper es más. Es teatro de objetos, aprendido de Shaday Larios y Jomi Oligor en el FIT de hace dos años, es dramaturgia poética, y es un musical que apela con su alma de maestro la lección de la memoria histórica, la de seguir removiendo cielo y tierra, para levantar cunetas y despertar conciencias.

Hay momentos musicales muy hermosos, emocionantes. Y hay frases que se quedan tendidas en el aire. "Un disfraz no es para esconderte, es un uniforme de guerra". "Si no te duele, no es carnaval. "No se puede escribir carnaval con miedo". "Tu enemigo es un payaso que canta".

Una enorme cajonera de colores compone la sencilla escenografía. En el juego sutil de disfraces, luces, y objetos diminutos quedaba la duda de si en el Teatro Falla, el principal escenario de la ciudad, se perdieran algunos de los detalles de la obra. No es así. En el Falla, donde tantas veces ha cantado Bienvenido con su comparsa, El Rámper funciona igualmente en pantalla grande, gracias a la contundencia del mensaje, la eficaz y delicada combinación de carnaval y teatro, y la prodigiosa garganta del artista, la calidad de Pituquete a la guitarra y Raúl Domínguez Botella, a la percusión. A esta esperada representación en el Falla, por ponerle peros, solo le sobró una parte del público un tanto desubicada, que apelaba al artista como en una preliminar del COAC, y le faltó un final más contundente, con una prolongada despedida que evitó una ovación más cerrada.

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Hace un año que El Rámper debutó en el Pay Pay, y pocas semanas después se programó en el FIT, en una apuesta del certamen por abrir camino a un artista local, que ya resuena fuera de las fronteras gaditanas. El paso siguiente de Bienvenido está por verse pero, según avanzó recientemente en una entrevista en la SER, tiene planes fuera de España. No siempre pasa, pero Jesús Bienvenido se sabe querido y admirado en Cádiz. Y está bien que una ciudad se vuelque con sus genios, que llenen el Falla a rebosar, que le chillen cosas desde los palcos aunque sea a destiempo, que le den la razón a gritos, que le aplaudan al compás en un domingo de octubre en el que un profeta conmovió a su tierra.