Ramón López de Tejada, antiguo propietario de la Abacería de San Lorenzo: "El cierre ha sido algo completamente inesperado, pero ahora hay que pensar en lo bien que todos lo hemos pasado"

Sevilla

Ayer jueves conocimos que la Abacería de San Lorenzo cerraba sus puertas de forma definitiva. Después de veintisiete años y medio, los propietarios, Ramón López de Tejada y María del Carmen Vázquez Colchero, no han tenido más remedio que tomar esta decisión y poner a la venta el edificio, uno de los más antiguos del barrio que fue declarado Patrimonio Arquitectónico.

El motivo del cierre ha sido la no renovación de la licencia de apertura por motivos de seguridad. En Hoy por Hoy Sevilla hemos hablado con Ramón López de Tejada "todavía en shock" porque "la Abacería se terminó, el concepto que todos conocemos no se puede repetir en otro establecimiento: espacios estrechos, saloncitos, madera...: Nadie imaginaría una abacería en otro sitio".

Encantado de "estar en Radio Sevilla, aunque no sea por el mejor motivo de mundo", ha dicho que "ha sido algo absolutamente inesperado, nunca pensamos que no hubiera posibilidades de arreglar esto. Las modificaciones que se nos exigían eran inviables por ser un edificio protegido". Como dice," hemos recibido gran cantidad de llamadas, lo que quiere decir que la gente nos ha hecho disfrutar a nosotros y nosotros a la gente".

Sigue contando López de Tejada que cerraron por vacaciones el 22 de mayo, "pensando en encontrar una solución" que no ha podido llegar. Cuando José Joaquín Gallardo, abogado y durante muchos años presidente del Colegio de Abogados y presente en el estudio, le ha preguntado si hay algún resquicio para la esperanza, ha contestado categóricamente que "no".

"Ahora, sigue diciendo, lo que hay que pensar es "en lo bien que nos lo hemos pasado: el sitio era perfecto desde nuestro punto de vista". "Por allí han pasado miles y miles de personas, en estos últimos 8 meses han pasado muchísimos, todos iguales tuvieran la relevancia que tuvieran, era su sitio de relax, donde sentirse en casa. Este ha sido uno de los éxitos del establecimiento", concluye Ramón.

Lo que ahora se pregunta es "qué se hace ahora con un edificio del XVII, protegido, qué se hace con esa casa... solo resta que venga un "caprichoso" que además no puede tocarla...". Y algo que le preocupa mucho, el destino de su plantilla compuesta por diez trabajadores.