La utilidad del sentido del ridículo
Firma de opinión de la periodista cordobesa, Lola Jiménez
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La utilidad del sentido del ridículo. Lola Jiménez
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Córdoba
Miedo escénico, síndrome de la impostora, pudor, timidez, nervios, vergüenza y otras tantas fobias combatidas a base de mucha insistencia, para darme cuenta a la larga de que todo tiene su utilidad.
En las últimas semanas hemos asistido a una suerte de entremés del que nos habríamos podido librar con un poco, digamos, de sentido del ridículo.
Córdoba, bella entre las bellas por su patrimonio histórico, desde el pasado 20 de marzo cuenta además con las llaves de ese patrimonio de futuro que supone una nueva biblioteca. Hablamos de un edificio colosal, singular, único en Andalucía y en España.
Así llega la Biblioteca ‘Grupo Cántico’ a nuestras vidas, con la ilusión de estar a la altura de los centros de estudio que marcan épocas, como es el caso de Alejandría o Tombuctú.
´Grupo Cántico´ llega tras muchos años y demasiadas vicisitudes combatidas a base de insistencia por quienes saben que la cultura nos define. Son muchos más, pero destacaré a las dos últimas personas de Estado implicadas en dar el impulso definitivo a este centro de progreso, Carmen Calvo y Miquel Iceta, con el respaldo incesante de Rafi Valenzuela, una mujer que siente tanto amor por el género humano que ha pasado media vida abriendo bibliotecas donde solo había desiertos.
A quienes han tenido la suerte de recibir estas llaves, solo cabe darles la enhorabuena y animarles a no agobiarse si les falta una alargadora o si el libro de instrucciones no incluye la capacidad de sentir como propia la grandeza de la cultura. Ojalá el sentido del ridículo hubiera actuando en esta ocasión, nos habría ahorrado unir en una misma frase Alejandría y alargadera.