Una bandera para la convivencia
Firma de opinión de la periodista Lola Jiménez
Una bandera para la convivencia. Lola Jiménez
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Córdoba
Violeta, lila, púrpura, todas estas pequeñas o enormes variaciones de un mismo color me gustan desde que tengo recuerdos. De hecho, mi primera Nancy llevaba unos poderosos pantalones violetas. En aquellos años, claramente era una cuestión estética.
Pero el tiempo y mi acercamiento al feminismo me hicieron ver que este color no solo es bonito, sino que está cargado de simbolismo. Es icono de un pensamiento crítico e inclusivo que engarza directamente con nuestra Constitución.
En estos días, en los que hemos celebrado nuestra Carta Magna como norma matriz que combate cualquier tipo de discriminación, yo quisiera resaltar el valor de los colores y de los símbolos.
Lo hizo la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, que encabezó un acto conmovedor de izado de nuestra bandera. Esa que nuestra Constitución nos otorga a todos y cada uno de los españoles y españolas para que nos sintamos abrazados por un proyecto común.
Aquí en Córdoba, lo hizo la subdelegada del Gobierno, Rafi Valenzuela, que volvió a izarla con palabras, destacando el valor de la convivencia y la necesidad de ir a la raíz de la palabra parlamento. “Viene de parlamentar, que significa básicamente hablar para llegar a puntos de encuentro”, explicó enfundada en un simbólico abrigo violeta.
Ondeando sobre esta capacidad de parlamentar sin palabras puñal, está la bandera de España, así lo sienten los auténticos demócratas.
Esta bandera de colores brillantes es de todos en general y de nadie en particular. Es convivencia, un término universal que debemos construir todos los días, del mismo modo que la palabra parlamentar debiera ser el sonido de nuestro despertador cada mañana.