El alcalde de Cádiz no repetirá como candidato en las próximas elecciones municipales

Se acabaron las elucubraciones, las quinielas y las dudas. José María González no volverá a presentarse para aspirar a la alcaldía de Cádiz en las elecciones municipales del mes de mayo. Así se lo ha comunicado esta tarde a los asistentes a un acto privado en el que se han congregado personas de su círculo más cercano, los concejales de su equipo de gobierno y otras figuras conocidas de la ciudad. «Ha llegado el momento de aclarar algo de lo que se ha estado hablando mucho en los últimos meses. No voy a presentarme a las próximas elecciones municipales de 2023». Así ha arrancado González un discurso que ha sido un viaje en el tiempo a través de los ocho años que ha durado su aventura como alcalde de Cádiz. «No es una decisión nueva y nunca dudé sobre cumplir con mi compromiso de limitación de mandato», ha asegurado. No lo ha comunicado antes porque dice que se ha visto «obligado a elegir el momento para no perjudicar al proyecto de Adelante Cádiz». Así ha explicado por qué durante todos estos meses ha evitado comunicar la decisión, dando largas cuando era preguntado pero dejando pequeños avances, recordando que la decisión estaba tomada y que su intención sólo podía ser modificada si las bases le pedían que siguiese. Su andadura política tenía fecha de caducidad, y así ha sido. Y eso es lo que ha querido destacar en sus palabras: la promesa cumplida. Que se marcha porque ese era su compromiso, fiel a sus principios de que «la política no debería ser un trabajo ni una forma de ganarse la vida, sino un acto de compromiso voluntario. Un acto de amor y generosidad hacia los demás que tiene que ser temporal para no dar oportunidad a la vanidad, la tiranía o la corrupción». Orgulloso de seguir viviendo en su barrio y de no haberse alejado del pueblo, González se ha retrotraído a 2015, cuando empezó todo, con recuerdos a Jesús Bienvenido a Teófila Martínez, Podemos y el histórico 15M. «No son pocas las veces a lo largo de estos 8 años las que me he recordado ensayando aquella cuarteta de Los Mendas Lerendas: …Si yo fuera el alcalde de Cádiz…. En aquella época ni me imaginaba que un día me tocaría encarnar aquel compromiso, ni nos imaginábamos que la noche en la que Jesús Bienvenido dijo: “Kichi, te toca hacer de Salvochea” en realidad estaba conjurando una profecía. Lo que sí sabíamos, lo que teníamos muy claro era por qué lo hacíamos, por qué lo cantábamos. Era nuestra manera de denunciar que Cádiz necesitaba un cambio, que tras 20 años en el gobierno, el proyecto de Teófila estaba agotado porque no ofrecía más que un modelo de ciudad viejuno, sin aspiraciones y repleto de improvisaciones y patadas hacia delante». José María González ha dibujado aquel Cádiz del PP «que no tenía dónde esconder su pobreza y su paro», que tenía a una alcaldesa «que votó en contra de la carga de trabajo para la bahía» y que gastaba «millones al año en publicidad, con millones de euros de deuda». Y así, recordando los inicios, se ha reconocido satisfecho por ser capaz de haber dado importancia al valor de la palabra dada «en estos tiempos que corren, en los que la palabra de un político vale poco o nada». El alcalde ha hecho un balance «positivo» porque dice llevarse «la certeza de saber que he sido capaz de demostrar que la política no es un coto privado, que había otra forma de hacer política y que era preciso demostrar que la defensa de lo público, el derecho de la ciudadanía, la felicidad y la alegría no pueden convertirse en privilegio para unos pocos». Como logros principales de estos dos mandatos, González ha mencionado la reversión de la deuda municipal, la reducción del pago a proveedores, las políticas para garantizar el suministro de agua y luz o «aumentar el parque público de vivienda en ocho años más que en los 20 del PP juntos». Especial énfasis ha hecho en que han logrado ahuyentar a las casas de apuestas de los barrios, la defensa de la mujer, la lucha contra la violencia machista y la LGTBIfobia y eliminar referencias franquistas mientras han contribuido a «honrar la memoria de los represaliados del 36 exhumando sus restos amontonados en las fosas comunes del cementerio». Un repaso que ha concluido con los dos grandes proyectos que se han desenconado mientras ha estado en la alcaldía: la Ciudad de la Justicia y Valcárcel. En su discurso, emotivo y con continuas referencias a los valores que han vertebrado las políticas de su equipo de gobierno, el alcalde ha pedido perdón. Perdón por los errores cometidos, por las veces que no ha cumplido las expectativas «o por no haber sido sencillamente quien os hubiese gustado que fuera en cada momento». Momento en el que ha mencionado las encrucijadas políticas en las que se ha encontrado, que le han imposibilitado generar un consenso pleno entre la ciudadanía, sabedor de que ha tomado decisiones impopulares e incluso polémicas. «A veces es muy difícil conciliar intereses contrapuestos. Queremos niños y niñas jugando en la calle y sin tanto móvil, zonas verdes, aire limpio, pero también queremos aparcar el coche en la puerta de casa para descargar la compra. O nos preocupan las personas sin hogar pero no queremos ver la pobreza del mundo en la puerta de casa. Es difícil elegir entre el ecologismo y la comodidad o entre los derechos humanos y la limpieza». Y también ha dado las gracias. A los que le han animado, a los que le han levantado la moral y a sus compañeros «por ayudarme a imaginar, por la ternura, por poner vuestra vida y vuestros cuerpos». Se ha detenido en su familia, «la sanguínea y la de la vida», protagonizando así uno de los momentos más personales del discurso al mencionar a su padre «que se fue con los pulmones enfermos por la soldadura pero orgulloso de su hijo alcalde», a su madre, a quien le debe «ser consciente de la importancia y el significado de lo que es ser madre», a sus hijos, «por quererme a pesar de las ausencias» y a Teresa Rodríguez, «Tere, junto a la que he descubierto el verdadero sentido del compromiso y la felicidad». No se ha olvidado de los críticos, esos que «han intentado desde el minuto primero que nada de esto funcionase», porque de ellos dice haber aprendido a ser «más fuerte y más listo». González no repetirá, no volverá a ser alcalde. Y se ha mostrado convencido de que lo que deja detrás como legado es «una ciudad mejor de la que me encontré, una ciudad con más rumbo, más abierta, más rica, más diversa, más inclusiva, amable y con más futuro». Con la esperanza de «haber conseguido demostrar que otra forma de hacer política es posible, viviendo como los gaditanos, con cercanía, con humanidad y con verdad», ha recordado que todavía no ha llegado el final. Y ha apelado al Cádiz para expresarlo. El Cádiz y su fe en los últimos diez minutos del partido. «No estoy en retirada, todo lo contrario, voy a seguir dando lo mejor de mí». Consciente de que no es el final, pero casi. Tan consciente como que la cuarteta con la que empezó todo jamás volverá a sonar igual. «Nunca volveré a cantarla como aquel chaval de la comparsa que fui. Pero, tras todo lo vivido, lo aprendido y lo logrado, ¿quién quiere hacerlo?», ha concluido el regidor. Con la incógnita de José María González ya despejada, la cuestión ahora se centra en quién concurrirá a las elecciones municipales bajo la marca de Adelante Cádiz. En las quinielas hay dos nombres sobre la mesa. El de la actual concejala de Cultura y Fiestas, Lola Cazalilla, y el portavoz de Adelante Cádiz en la provincia, David de la Cruz. El proceso de presentación de candidaturas ya está abierto y concede de plazo hasta este domingo para quien quiera presentarse. En el caso de que haya una única candidatura, la semana que viene la asamblea del partido deberá refrendarlo. Si hay más de una candidatura, se procederá a una votación, en un sistema de primarias, del que salga el candidato o candidata a la alcaldía de Cádiz.

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Manu Sola

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