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El niño Marco Pérez impacta en la Maestranza y corta dos orejas y rabo en el festival del Gran Poder

A sus 15 años salió a hombros por la Puerta del Príncipe y así fue llevado hasta el Hotel Colón. Pablo Aguado, con dos trofeos, y Manzanares y el novillero Diego Bastos, con uno, completaron el cuadro de honor

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Sevilla

La presencia del joven Marco Pérez en el festival del Gran Poder, que este miércoles ha cerrado la temporada taurina en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, había levantado una enorme expectación, pero pocos podíamos imaginar que la cosa iba a terminar en tarde para la historia. Y es que este alumno de la Escuela Taurina de Salamanca, con tan solo 15 años recién cumplidos, impactó y de qué forma al público que llenó los tendidos del Coso del Baratillo, cortando los máximos trofeos -dos orejas y rabo- de un gran añojo de Jandilla, saliendo a hombros por la Puerta del Príncipe y siendo llevado así hasta el Hotel Colón.

El cuadro de honor de la histórica tarde lo completaron el sevillano Pablo Aguado, con dos apéndices, y el alicantino José María Manzanares y el novillero sevillano Diego Bastos, que también lograron un trofeo.

Ficha del festejo

Real Maestranza de Sevilla: Miércoles, 12 de octubre de 2022. Festival a beneficio de la Bolsa de Caridad de la Hermandad del Gran Poder.

Ganaderías: Por orden de salida se lidiaron reses de Espartaco, Daniel Ruiz, Victoriano del Río, Domingo Hernández, Talavante, Núñez de Tarifa y Jandilla. Fueron ovacionados el de Daniel Ruiz y Talavante y se pidió la vuelta al ruedo en el arrastre para el de Jandilla.

Toreros: Diego Urdiales, ovación. José María Manzanares, una oreja. Daniel Luque, ovación. Juan Ortega, ovación. Pablo Aguado, dos orejas. Diego Bastos, una oreja. Marco Pérez, dos orejas y rabo.

Cuadrillas: Juan de Dios Quinta picó muy bien al tercero, en el que Alberto Zayas saludó en banderillas.

Incidencias: La plaza registró un lleno de "no hay localidades" en tarde primaveral. Al final del paseíllo, la Banda de Tejera interpretó el Himno Nacional. Se colocaron banderillas de color morado y oro, como el hábito y el cordón del Señor del Gran Poder.

La crónica

Salvando lógicamente las distancias, un torero de a pie no cortaba los máximos trofeos en la Maestranza de Sevilla desde que el maestro Ruiz Miguel lo hiciera ante un toro de Miura en la Feria de Abril de 1971. Es verdad que medio siglo después lo ha hecho un becerrista de tan solo 15 años ante un buen añojo de Jandilla, pero no es menos cierto que el chaval de la Escuela de Salamanca se lo ganó de principio a fin.

Se fue a portagayola a recibir a su oponente con una larga cambiada de rodillas, le enjaretó un farol también de hinojos y, después, verónicas, delantales y cordobinas hasta hacer sonar la música. Se quedó quieto como un palo en el quite por gaoneras de infarto y, tras el brindis a su emocionada madre, ayudados de todas las clases, templados derechazos, encajadas tandas de naturales, larguísimos pases de pecho, circulares interminables y remates preñados de torería. La estocada contraria precisó de un descabello, pero a eas alturas la plaza ya era un manicomio pidiendo los máximos trofeos.

El sevillano Pablo Aguado se las vio con un buen torito de Talavante al que embebió en las telas hasta lograr un par de capotazos, uno por cada pitón, de 360 grados. Tras brindar a Espartaco padre, la faena fue medida, sin abusar del toro, tres series de muletazos y un bonito final rodilla en tierra más un kikirikí de auténtico cartel. Pinchazo previo a la estocada desprendida final, pero doble trofeo incontestable.

Manzanares se templó de salida con la capa ante el ejemplar de Daniel Ruiz, que, aunque remiso en el caballo de picar, sacó buenas embestidas en banderillas. Así las cosas, la faena de muleta tuvo grandes momentos, sobre todo por el pitón izquierdo, y un cambio de mano final que propiciaron el corte de oreja tras un pinchazo y una estocada desprendida.

El novillero también sevillano Diego Bastos quiso agradar desde el inicio y quizá por eso abusó un poco del capote con las chicuelinas al paso o el quite posterior al primer puyazo ante un animal que desde el principio dijo poco. De hecho y tras brindar a Luis Vilches, los ayudados rodilla en tierra y el pase de pecho terminaron de parar al de Núñez de Tarifa, pero la mejor estocada de la tarde pusieron en sus manos otro trofeo.

Urdiales pechó con un toro de Espartaco al que sacó su buen fondo pero que tuvo poca fuerza. El de Daniel Luque, de Victoriano del Río, se apagó en la tercera serie, destacando en su actuación el quite por gaoneras y los larguísimos pases de pecho. Y el de Juan Ortega, un toraco de Domingo Hernández, fue el peor del encierro, provocando el disgusto del ganadero, presente en el callejón, y del propio diestro sevillano.

 
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