La suegra del papa

La cultura católica sigue teniendo una enorme influencia en esta sociedad a pesar de su progresiva secularización. El Papa de Roma no es más que el jefe de un conjunto de personas que comparten una misma fe. Una fe que hace tiempo que dejó de vertebrar la vida de todos los ciudadanos.

En relación al lugar que ocupa la religión en una democracia aconfesional hay una contradicción difícil de comprender: suponemos que el poder religioso ha sido domesticado por el poder civil, pero seguimos otorgando unos privilegios al primero que no se pueden comparar con los que obtiene ningún otro grupo de presión.

Algo más llamativo cuando se tiene en cuenta que se trata de una organización que no produce nada más que vistosas estampas de señores ataviados con largos vestidos y sus sermones que parecen sacados de otro tiempo. Tenemos, creo yo, demasiado Concordato para tan pocos fieles.

Ahora salió a aconsejar que se dé buen trato a las suegras, que dejemos de verlas como el demonio. Al escucharlo, por un breve instante, pensé: qué le habrá pasado a este hombre con la madre de su mujer. Será que sigo sin tener integrado lo del celibato, imagino que porque tiendo a no interiorizar lo que no me parece lógico ni saludable, más cuando célibes con poder en la jerarquía eclesiástica se dedican a dictar normas sobre sexualidad. Tardé unos segundos en acordarme de que muchas de las opiniones de Francisco no son fruto de la experiencia propia. Lo mismo pasa cuando habla de matrimonio, homosexualidad, aborto o maternidad.