La guerra de José Antonio
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León
Hace muchos meses que el alcalde de la capital leonesa viene determinado a dinamitar cuanto le sea posible el partido en el que ha militado su familia y él mismo desde hace décadas. La misma organización que le ha posibilitado obtener un salario desde hace quince años y alcanzar la alcaldía de la capital leonesa.
Personalidad con tendencia a la ira, ambicioso y de talante autoritario, parece no haber digerido el fracaso personal en sus intentos por alcanzar el poder orgánico provincial. Desde entonces no ha sabido resetearse. Ni siquiera la llegada a la alcaldía de la capital le ha permitido serenar sus ambiciones. Aparcó el programa electoral y se abrazó a las tesis leonesistas más combativas y nostálgicas. Por venganza y oportunismo personal provocó continuos incendios orgánicos con difusión en los medios afines.
Su conducta volcánica ha seguido el manual de instrucciones de todo populista nacionalista que se precie. Ha creado un enemigo externo, en este caso su propio partido, lo que le permite vestirse de mártir para causas tan quiméricas como autonomía de León o la propia defensa de la ciudad.
Si alguien sabe de traiciones en la lucha orgánica es José Antonio Díez. Si alguien conoce las triquiñuelas para ganar votaciones en la agrupación local es él y su fontanero de cabecera, Pepe Jiménez, quien fue cocinero antes que fraile. Por esa vía llegaron a la agrupación que aún dirige militantes nacidos y criados desde Burkina Faso a Bulgaria.
Ahora, la aparición de una candidatura alternativa a su actual cargo orgánico, y ante el temor a la derrota, le sirve de nuevo para provocar una guerra pública de acusaciones, denuncias e insultos personales contra compañeros, cargos orgánicos y contra la propia Comisión Federal del partido, que mediante comunicado niega veracidad a las acusaciones de Díez.
Desde la alcaldía tiene capacidad económica, medios personales y visibilidad para colocar sus mensajes en algunos agradecidos medios de comunicación locales. No hay razones políticas que justifiquen este juego de trilero al que somete a la ciudadanía desde su puesto de alcalde bien pagado.
No pasaría nada por perder su cargo de secretario local. Los alcaldes de Astorga, Valencia de Don Juan, Villablino o Bembibre no dirige ninguno la agrupación local. Las razones de José Antonio no nos pertenecen.
