A río revuelto, ganancia de comisionistas

Esta semana me estaba costando muchísimo decidirme entre hablar de Alberto Luceño o del Xokas, hasta que me he dado cuenta de que, en el fondo, se puede hablar de ambos, si hablamos de lenguaje. A ver si soy capaz de explicarlo.

Creo que de la misma manera que hay un castellano que solo usamos cuando estamos enamorados y nos salen por la boca cosas como gordi, cari o churri, hay una manera de hablar que solo la tiene la gente que siente que ganar algo haciendo trampas es ganar dos veces.

Por ejemplo, nadie dice “pa la saca” cuando cobra su nómina después de haber estado currando ocho horas al día. Como tampoco nadie sensato llamaría “trucazo” a tomarte un café con alguien para ligar. Es el castellano orgulloso de los trileros que necesitan presumir de sus regates.

Solo hay que cambiar ligar por contratos y alcohol por pandemia para imaginarse lo que pensaría el Xokas de Alberto Luceño si llegan a ser amigos. Hubiera hablado de un colega suyo comisionista que se aprovechaba de la pandemia para firmar contratos. Un trucazo. Porque, claro, unas mascarillas que costarían como a cuatro, ahí te pagarían como a siete, así que lo tenía chupao, cada vez que salía de negociaciones se volvía a casa con un contrato diferente. Un crack, un fuera de serie, de puto pro. A río revuelto, ganancia de comisionistas.