Davidovich sufre, bate a Dimitrov y alcanza la final del ATP de Montecarlo
El malagueño llega a su primera final de Masters 1.000 con 22 años en un disputado partido que se extendió hasta el tercer set
Sin Rafa Nadal ni Carlos Alcaraz. Pero con Alejandro Davidovich Fokina. España ha encontrado a una nueva ilusión en su tenis. Un talento emergente que, como Alcaraz en Miami, busca dar un golpe sobre la mesa en el tablero del tenis mundial. El malagueño tomó Montecarlo como un reto. Por el camino han caído Djokovic, el número 1 del mundo, y Fritz, el verdugo de Nadal en la final de Indian Wells. Con un sobresaliente camino recorrido, el malagueño no se iba a detener en la orilla. Dominó, sufrió y se levantó para tumbar en tres sets a Dimitrov (6-4, 5-7, 6-3). Una montaña rusa de emociones sobre la que Davidovich prolonga su semana perfecta alcanzado su primera final de Masters 1.000 con tan sólo 22 años.
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No le tembló el pulso a Davidovich en el primer set. Desde el arranque, el malagueño escenificó su intensidad y seriedad sobre la tierra batida de Montecarlo desde la primera bola que puso en juego. Empezó rompiendo el break a Dimitrov en el tercer juego, y desde el inicio tomó los mandos del set hasta cerrarlo con un 6-4. Primer juego contundente y convincente con saques poderosos, dejadas, derechas ganadoras y unas sensaciones esperanzadoras de cara al segundo set. Le costó entrar a Dimitrov en el partido, pero lo hizo justo a tiempo para cargar de dificultades la travesía hacia la final.
El 29º del mundo imprimió más velocidad a su juego, pero no fue hasta el 5-3 en favor de Davidovich cuando se reencontró. Los nervios invadieron al tenista español a un solo juego de la final. Los errores se desencadenaron, con las derechas perdiéndose en la red o en el fondo, y la tensión tomó la pista mientras la experiencia de Dimitrov tomaba el control del partido. Remontó hasta poner el 5-6. Davidovich reconduciría al tie-break. Pero el set tenía dueño. La tranquilidad de Dimitrov conquistó el juego final con un apabullante 2-7.
El partido había cambiado su rumbo. Parcial de 6-1 para Dimitrov y 0-2 en el tercer set. Pero el coraje emerge en la dificultad y se personifica en las estrellas prominentes del tenis español. Davidovich rescató el set en un extenuante tercer juego que Dimitrov tuvo hasta cuatro veces en su mano. Cuando la pelota pasó al tejado del búlgaro, el malagueño sacó a relucir su derecha de nuevo, su revés, su cruzado, y en defintiva, su tenis. Y fue imparable. Ganó cinco juegos consecutivos, tomó aire y cerró las semifinales como un campeón en ciernes: dominando, sufriendo y madurando. Soñar está permitido. Enfrente estará Tsitsipás, otro ganador de Masters 1.000 que se cruza en la semana del joven español. Mañana, no antes de las 14:30, el desenlace del sueño.
Juan Antonio Requena
Estudiante de periodismo. Antes en Diario AS. Ahora aprendiendo en SER Deportes