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Ricardo Samper y la vuelta de los alcaldes a dedo

Fue alcalde de València entre 1920 y 1922 y formó parte años más tarde del Gobierno de la República

La València Olvidada 31/03/2022

La València Olvidada 31/03/2022

09:43

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València

Justo hace 100 años la ciudad de Valencia iba a perder, en cuestión de horas, una facultad que le había durado apenas cuatro años: la de elegir alcalde a través de las urnas.

A finales de marzo de 1922, los ayuntamientos de las grandes ciudades españolas perdieron el derecho democrático de elegir alcalde según el dictamen de las urnas. Un derecho que no habían tenido hasta el año 1918 porque en las ciudades grandes, capitales de provincia, se celebraban las elecciones municipales y se componía el Ayuntamiento de acuerdo con el normal reparto de escaños.

Sin embargo, el alcalde era nombrado a dedo por el gobierno, a través de una real orden, un criterio que hacía caer muchas veces en el absurdo político porque las corporaciones tenían un color y los alcaldes otro. Y eso era particularmente contradictorio en ciudades como Valencia, donde con gran frecuencia la mayoría era republicana y los alcaldes podían ser conservadores o liberales, según el partido que gobernara.

Esto explica que el hecho de ser alcalde de una gran ciudad era muchas veces un viacrucis. Y eso explica la frecuencia con que los alcaldes dimitían o eran cesados.

Una democracia que sólo duró cuatro años

Fue entre 1918 y 1922. Unos años en que Valencia tuvo cinco alcaldes del partido republicano de Blasco Ibáñez. José Mira Meseguer, Faustino Valentín, Mariano Cuber, Juan Bort y el más duradero de todos, el hombre que evocamos en esta sección, Ricardo Samper, que presidió el Ayuntamiento entre abril de 1920 y abril de 1922. Dos años nada más, pero dos años bastante positivos.

Ricardo Samper Ibáñez nació en 1881 en Valencia. Tenía 41 años al llegar a la alcaldía en abril de 1920, después de las pertinentes elecciones. Era un abogado de prestigio en la ciudad y Blasco Ibáñez, el fundador del partido republicano en València, le señaló muy pronto como una cabeza muy valiosa para las cuestiones de la ciudad.

El período que le correspondió en la alcaldía fue muy duro, muy complicado: España estaba todavía bajo los efectos de la crisis derivada de la guerra mundial y por si eso fuera poco, estalló la guerra en Marruecos, el Ejército sufrió una catástrofe conocida como el Desastre de Annual y cientos de jóvenes fueron llamados en combatir en Melilla. Faltaba carbón, las industrias no podían trabajar por falta de electricidad, los precios subieron de manera escandalosa y el principal problema, durante meses, fue sencillamente controlar el precio del pan y de los alimentos.

La estrategia de Samper

Ricardo Samper era mucho más moderado que sus exaltados predecesores republicanos en la alcaldía. Se olvidó de las manías del blasquismo contra la religión y los curas y se puso a trabajar para resolver problemas prácticos. En su lucha contra al alza de los precios y las huelgas que cada día estallaban en la ciudad, Samper tuvo un gran aliado: el gobernador civil, que no era otro que José Calvo Sotelo, el hombre que años después, en julio de 1936, fue asesinado por radicales en el curso de unos días trágicos que dieron paso al golde de estado contra la República y a la triste guerra civil.

De su cooperación salieron muchas soluciones. Sanciones contra los que recortaban el peso del pan, controles de calidad y precio de los alimentos, ordenación de los mercados, lucha contra los acaparadores, llegada de suministros. Su colaboración fue considerada ejemplar y dio frutos prácticos, aceptados por la prensa de todos los colores. La mediación de ambos dio como resultado, además, muchos acuerdos entre patronos y obreros que evitaron docenas de huelgas.

Feria de Muestras, Mercado Central y Correos

De sus gestiones hay que señalar que la Feria Muestrario tuviera suelo para construir el edificio que estuvo durante muchos años en la Alameda. También orientó el urbanismo y estableció la necesidad de reformar la bajada de San Francisco y dio actividad a dos edificios clave para el futuro de la ciudad: el Mercado Central y Correos. Ese edificio de Correos que ahora ha comprado la Generalitat, se construyó porque el alcalde propició que el Ayuntamiento adelantara el dinero que el Estado no tenía. También por esa época se adelantaron las obras del Ayuntamiento y se levantó el edificio que llamamos la Casa del Chavo, el de la Caja de Previsión Social...

Ricardo Samper fue un gran personaje en tiempos muy revueltos. La prueba está en su biografía. Porque cuando llegó la República fue ministros de Trabajo, y luego de Industria, en el agitado año 1933. Y presidente del consejo de ministros entre abril y octubre de 1934. Podemos decir con orgullo que es el único valenciano que ha sido presidente del Gobierno. Y que antes fue alcalde. Justo hasta el 1 de abril de 1922, día en el que dejó la alcaldía e invitó a comer a todos los periodistas que hacían información municipal, sin distinción de colores.

Un gran hombre al que el tiempo está empezando a hacer justicia. Porque su condición de mesurado, prudente y razonable le hizo abandonar España, pese a sus ideales republicanos, en cuanto empezó la guerra civil. Y murió en Ginebra, en el exilio, en el año 1938.

Texto de Francisco Pérez Puche

 
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