La madrileña calle Bambú
Ángel Santiago Ramos
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La opinión de Ángel Santiago Ramos (25/3/2022)
León
Esta será la tercera primavera seguida que vivimos en un sin vivir. La pandemia y ahora la guerra de Ucrania y los restos del virus ponen a prueba nuestra escasa capacidad de resistencia para los sacrificios. Hace décadas que los europeos del Occidente dejamos de mirar los libros de Historia. Nos creímos invulnerables en un mundo donde hay locos poderosos con el gatillo fácil.
Es imposible no pensar en el sufrimiento de la población ucraniana: los ancianos, los niños, los enfermos, víctimas de una guerra incruenta como todas las guerras y que observamos con el corazón encogido.
No es fácil substraerse de lo que ocurre en Mariúpol o en Kiev y bajar a las cuitas nacionales o regionales. Con razones sobradas para la protesta, no es de recibo la violencia de algunos camioneros y camioneras, actuando como pandilleros de las carreteras.
Colectivos de cazadores ricos parece que regaron con varios cientos de miles de euros la bolsa de gastos de la manifestación de agricultores y ganaderos celebrada en Madrid. El hecho no mengua la lista de agravios y penurias de este colectivo, pero hay donaciones que llevan el veneno de las sospechas del porqué y para qué.
Hay dependencias y dependencias. La del próximo gobierno de Castilla y León parece estar, y para largo, en la sede nacional de Vox, en la madrileña calle Bambú. Mañueco, poco espabilado para situaciones difíciles, entregó el botón nuclear de la presidencia de las Cortes a sus socios de Vox y le tocará bailar, ahora y después, al ritmo que marque el presidente de la formación de la extrema derecha, Santiago Abascal.
Qué lejos están los despachos de la calle Bambú de los ciudadanos de León, Ponferrada, Villablino, Riaño, Sahagún, Astorga. La omnipresencia en actos públicos del ilustrísimo presidente de parlamento regional, el leonés Carlos Pollán, es sólo un trampantojo. Un puro trampantojo.
