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Marino Lejarreta, el campeón que tuvo que devolver el ramo del Tour

Hablamos con uno de los ciclistas más queridos por la afición

Marino Lejarreta: "Ser muy querido es uno de mis grandes logros, no lo rehúyo, pero no me siento superior"

Marino Lejarreta: "Ser muy querido es uno de mis grandes logros, no lo rehúyo, pero no me siento superior"

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Vitoria-Gasteiz

En SER Ciclista, el podcast dedicado a las dos ruedas nos levantamos y nos ponemos firmes para recibir a uno de los grandes, un ciclista mítico rodeado de una aureola de humildad y sencillez, Marino Lejarreta (Bérriz, Bizkaia, 1.957) el "Junco de Bérriz", llamado así por su estilizada figura y su elegante forma de moverse sobre la bicicleta. Militó en siete equipos: Novostil, Teka, Alfa-Lum, Alpilaiatte, Seat, Caja Rural y ONCE. En 1982, ganó la Vuelta a España, al año siguiente quedó tercero después de ganar tres etapas. Ganó etapas en las tres grandes, dos en el Giro y una en el Tour. En 1991 quedó tercero en la Vuelta. Su última temporada fue la de 1992.

La pregunta obligada de ¿Cuál fue tu peor caída?, tiene una respuesta obvia, que remite al fatídico 12 de abril de 1.992, cuando disputando un Gran Premio de Amorebieta, una caída en una curva del puerto de Autzagane le provocó la rotura de una vértebra y ocho costillas, poniendo en riesgo su vida y su carrera. Marino afirma que "el cuerpo la olvida, fue una situación que cambió un poco el final de mi carrera, son cosas que suceden en el ciclismo y en los deportes de riesgo". De las caídas se aprende porque "la experiencia es lo más importante que tenemos en la vida, te va enseñando y cuando llegan momentos complicados, la experiencia vale muchísimo". El berriztarra sigue haciendo deporte "sobre todo por las mañanas, y cuando hace bueno, salgo a andar en bicicleta. Normalmente voy sólo porque nadie te condiciona. Si voy en grupo prefiero ir el último porque es el sitio más tranquilo", reflexión que remite a sus años de profesional, en los que solía frecuentar esas últimas posiciones cuando no había batalla en el pelotón.

Marino pertenece a una generación de ciclistas que fue una transición entre los duros años 70 y la explosión del ciclismo español de los 90, con la figura gigantesca de Induráin. Encadenó muy buenas posiciones en muchas pruebas, pero sin subirse, por lo general, a los escalones más altos: "mi forma de correr era un poco anárquica, iba a impulsos según el punto que me daba, y me sentía a gusto haciéndolo. La obsesión no era la victoria, sino demostrar que era un corredor con capacidad".

Ha sido uno de los ciclistas más queridos y admirados, todavía hoy en día: "¿por qué me querían?, porque soy una persona cercana, no me lo planteo, la gente te quiere y ya está... es uno de los grandes éxitos que he conseguido". Ante algunas muestras de esa admiración ,"me ruborizo, no me veo ni tan importante ni tan especial". Esa admiración ha generado algunas canciones cuyas melodías le recordamos entre bromas y veras.

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El ciclista vizcaíno reconoce que "en los primeros años no sabía correr el Tour, gastaba demasiadas fuerzas en momentos determinados y luego lo pagaba". Otro fan declarado, Javier Cansado, le pregunta con humor qué pensaría si dentro de unos años apareciera un ciclista mejor que él, que se apellidara Lejarreta, y que no fuera familia. "Lo vería fenomenal, porque el deporte es el día a día y las generaciones nos tienen que seguir superando... y si es Lejarreta, mejor".

Repasando su infancia, recuerda que "era el cuarto de cinco hermanos y había dos gemelos que eran ciclistas y yo les imitaba para movernos y divertirnos". Uno de ellos, Ismael, le llegó a acompañar profesionalmente, "yo tenía más clase que mi hermano, pero él era más austero. Entrenar me gustaba para la competición". El inicio de su carrera coincidió con la "mili", "acabé la Vuelta a España y dormí en el cuartel. Por lo menos pude competir y la experiencia sirvió para que años posteriores empezara desde un status más alto".

Encuentra diferencias con el ciclismo actual, "abismal, de la época mía a ahora, todo está mucho más controlado. La vida te lleva a hacer las cosas de la manera que te mueves en la sociedad, y la adaptación es así". "Ahora es un boom de los chavales jóvenes, de apenas 20 años. Cuanto más joven, más espíritu guerrero. Por suerte hacen un ciclismo mucho más vistoso". "Mi hermano lo dejó a los 30 años, vivió un ciclismo más duro y menos recompensado. Yo lo dejé a los 35, pero podía haber seguido corriendo, es mejor dejarlo en un nivel alto", reflexiona.

El hexacampeón de España de ciclocross David Seco, reconoce que "es uno de los pocos ciclistas que he idolatrado, incluso llegué a tener una bicicleta Olmo de las suyas" y le pregunta por su experiencia en su especialidad, a lo que responde que "los organizadores te reclamaban, pero te pillaban en un momento de descanso, y no tenía ni la técnica ni la preparación suficiente".

El psicólogo especializado en ciclismo, Antonio Moreno, reflexiona sobre qué representan las posiciones en los top ten sin conseguir la victoria en el sentido éxito/fracaso a lo que el Junco responde que "la sociedad hoy en día valora mucho la victoria y esos puestos no son tan valorados. La vida social ha cambiado mucho, es más materialista que en la época mía".

Marino Lejarreta levantando los brazos en la línea de meta con el maillot del Caja Rural

Marino Lejarreta levantando los brazos en la línea de meta con el maillot del Caja Rural

Todo un campeón del mundo, Igor Astarloa, le pregunta si tiene alguna espinita clavada, a lo que Lejarreta responde con gracia que "debo de estar clavado de espinas. Conseguir una victoria en la Vuelta al País Vasco, pero era al principio de temporada y no estaba muy en forma para competir. Algún podio en Tour o Giro". El de Bérriz iba cogiendo la forma poco a poco, de ahí sus cinco victorias en la "Subida a Montjuïc" , la última prueba de la temporada en España.

Tras la competición Marino continuó su carrera como Director y recorrió los escenarios de sus carreras "en coche", aprendiendo a moverse entre las bicis "es una dinámica y te vas haciendo, lo primero es la seguridad de los ciclistas".

En un tándem, reconoce que "tendría que ir de conductor... una vez me monté con Leanizbarrutia y casi rompo el manillar porque no podía controlar la bicicleta, iría con cualquiera", y no lo compartiría "con quién no quisiera venir". Habitual en sus tiempos de las carreteras italianas, practica el italiano "viendo alguna película y escuchando emisoras italianas cuando hago rodillo", y es que cuando corría decía que la carrera que más le gustaba el Giro, y "estoy escuchando que para muchos ciclistas lo es", como nos confesó Contador en SER Ciclista. Entre las anécdotas destacadas, una etapa en el Tour en la que "me dieron una lata de Coca Cola y tuve que devolver hasta el ramo". Y tiene recuerdos para la "edad de oro del ciclismo", "ojalá pudiera volver a darse la rivalidad ONCE- Banesto, la coyuntura económica influye mucho, pero sacar una estructura (equipo) grande es complicado", y confirma que "en Euskadi la afición es de lo más importante, se va al Tour, al Giro, a otras carreras importantes...". Sobre el carácter vasco, en su opinión, "somos cerraditos, nos cuesta abrirnos, pero una vez abiertos somos grandes amigos y generosos"

Fernando Escartín le solicita un juicio sobre qué valores ha aprendido en el ciclismo para aplicar a la vida. "Los valores que se potencian son trabajo, sacrificio y tenacidad, y solidaridad y compañerismo... muchas veces ayudas a los demás y ellos te ayudan a ti".

Y finaliza con una aclaración sobre otra anécdota que contó Unai Emery en nuestro podcast, una etapa del Tour en la que "sabía que iba el primero, pero no hubiera puesto la mano en el fuego para asegurarlo, había habido una escapada de 20 y los íbamos pasando uno a uno. Preferí no pasar por el trago de levantar las manos".

SER Ciclista, es el podcast de la Cadena SER sobre el mundo de la bici, con Nerea Sáenz de Lafuente.

 
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