Protesta de camioneros

Barcelona

Horas más, horas menos, el paro salvaje de un sector de camioneros se encamina a su fin. El ritmo y resultado del pacto entre el Gobierno y los sectores más civilizados del transporte y la aplicación de medidas paliativas oficiales condicionarán muy mucho el calendario definitivo. Mientras tanto, recordemos que una cosa es el malestar, que casi todo el mundo lo tiene: pues los precios de la energía afectan a todos. Y otra cosa, la manera en que se expresa y se canaliza la protesta.

La manera violenta e intempestiva que utiliza la Plataforma podrá ser muy vistosa. Llega incluso a obstruir carreteras y a retrasar la circulación. Pero ya ha fracasado en su intento evidente de paralizar al país. Ni siquiera ha logrado provocar un desabastecimiento general. Cierto que sus efectos insolidarios se noten ya mucho. Los sufren sobre todo los pescadores, los agricultores, los ganaderos, las cooperativas, las empresas agroalimentarias. Cada día de paro les cuesta unos 130 millones de euros, que han tenido que dedicar a reforzar otros canales de transporte y redistribuir alimentos. Hasta hoy, la factura se acerca a mil millones.

Así que el perjuicio causado a los demás ni siquiera se compensará con lo que al final los camioneros agresivos puedan conseguir gracias a la negociación protagonizada por los camioneros pacíficos y responsables. También es lamentable el silencio cómplice de algunos pescadores en río revuelto. Se frotan las manos con los perjuicios causados a los demás: al Gobierno, a la economía. Patriotas de la desgracia.

Escuchas todas las miradas de Xavier Vidal-Folch