Oro parece, plata no es: el arte del engaño
El Museo Thyssen presenta 'Hiperreal. El arte del trampantojo', una revisión del género a través de más de 100 obras, desde el siglo XV y hasta nuestros días.
El trampantojo, ese término tan manido en los últimos años en la política española, es una técnica pictórica que intenta engañar a la vista, jugando con el entorno, la perspectiva, las sombras y los reflejos. Como las adivinanzas jugaban con las palabras, con el lenguaje, el arte juega con las imágenes. Es un género que ha tenido un largo recorrido en la historia del arte. Los primeros ejemplos, recuerda la comisaria de esta exposición, Mar Barobia, los encontramos en la literatura, en la 'Historia natural' de Plinio el Viejo (79 d.C.), donde hablaba ya de pinturas cuya finalidad era la de engañar. Aunque el término trampantojo no se use como tal hasta 1800.
En 'Hiperreal. El arte del trampantojo' el Museo Thyssen-Bornemisza ha reunido 105 obras que abarcan siete siglos de historia, desde el XV y hasta nuestros días, hoy que el arte del trampantojo ha llegado a las ciudades: grafitis en paredes, muros, aceras que parecen lo que no son. Entrar en estas salas del museo es adentrarse en un mundo complejo y fascinante, que engancha, atrae los sentidos más allá del de la vista. La muestra está dividida en ocho apartados temáticos, desde el bodegón y la naturaleza muerta, como pinturas estrella del trampantojo, hasta una obra creada para la ocasión por el artista Isidro Blasco, un collage moderno y urbano, que combina fotografía, escultura y arquitectura y con la que concluye el recorrido.
Las obras son hiperreales, porque parece real el cuchillo que sobresale. Parece real la mano que asoma. Parecen reales esos bodegones, esa naturaleza muerta, esas figuras que escapan de los cuadros, que se salen de los marcos, de los encuadres, rompiendo límites. Parece tan real, que uno tiene la tentación irresistible de asomarse a esas ventanas, abrir esas alacenas y hornacinas, coger libros de las estanterías, oler las flores. Pero todo es falso, todo es una apariencia, todo es fugaz. "La sabiduría consiste en el desengaño, en el darse cuenta de que todo son ficciones, son apariencias", dice el director artístico del museo, Guillermo Solana.
Para darse cuenta de qué es real y qué una ilusión, recorrer la exposición requiere tiempo, una mirada pausada, lenta. Sumergiéndose en ese mundo de pequeñas cosas en un aparente desorden caótico: libros, cartas, papeles, peines, plumas, armas que parecen volcadas sobre el lienzo al azar. Es un mundo de sensaciones variadas e íntimas. El mundo de la caza, el mundo del fumador, el mundo de la despensa o el de la contabilidad.
El trampantojo es, además, el género más filosófico y reflexivo que hay, advierte Solana. "Porque es metapictórico, ya que reflexiona sobre la ficcionalidad de la pintura, sobre los límites que separan las fronteras entre la representación y la realidad, reflexiona sobre la propia tarea de pintar".
'Hiperreal. El arte del trampantojo' puede visitarse desde el 16 de marzo al 22 de mayo de 2022. Si lo hacen, tengan cuidado al salir, no se vayan a confundir de puerta, aquí nada es lo que parece.