Bajar impuestos o cerrar
El comentario de Carlos Prieto en 'La Ventana de Asturias' (15/03/2022)
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Asturias
Mientras los tanques de Vladímir Putin cruzan Ucrania sembrándola de muerte y destrucción, las consecuencias económicas de la aventura del exlíder de la KGB hacen estragos a miles de kilómetros en forma de subidas de precios desbocadas, inflaciones desconocidas y escasez de productos. Es parte del precio que nos toca pagar a los europeos por mirarnos durante tantos años al ombligo y pensar que el mundo era un remanso de paz y amor en el que no había enemigos después de dos guerras mundiales atroces. Dejamos de fabricar en coches, chips, material quirúrgico, cerramos minas, decidimos que había que cambiar el modelo energético a cualquier precio, redujimos los ejércitos y, de pronto, nos damos de bruces con la realidad. Y vemos que todo era una ficción de unos iluminados. Y su inoperancia, la pagamos todos. En Asturias, el paro masivo del transporte es una nueva amenaza para nuestra industria. Tampoco los barcos de pesca podrán salir a faenar ni los campesinos y ganaderos sacar adelante sus explotaciones. Y los ayuntamientos se endeudarán aún más para sostener los servicios, especialmente los de transporte. La situación es muy preocupante y el Gobierno no sé a qué está esperando. La gracia de Borrell de pedir a la gente que corte el gas me parece de mal gusto. Y tampoco quiero ser mal pensado y hacer caso a las palabras de Feijóo cuando dice que el Estado se está forrando. Pero lo que es indudable es que Hacienda se embolsa 40 euros en impuestos cada vez que usted y yo llenamos el depósito para ir a trabajar. Y que un 60% de lo que pagamos en la luz son impuestos y costes, con un IVA que es inasumible. Me da igual quién lo recaude, que es la única defensa que esgrime la ministra Montero. El caso es que empobrece a todos, especialmente a los que tienen menos recursos. Recuerdo las protestas, justificadas, contra el Gobierno del PP por el precio de la electricidad. Ahora nos reiríamos. Ahora reina el silencio. Y lo más sangrante es que le estamos pagando 800 millones diarios a Rusia por la energía que nos vende para que siga masacrando ucranianos. Este país necesita que se desvincule el precio del gas y la luz y que se bajen los impuestos, de la forma que nos quiera vender el Gobierno, pero que lo haga, y pronto. Estamos, aunque muchos callen y se escondan, en una emergencia nacional. El mundo cambia a toda velocidad y no es tiempo de esperar y rezar para que la tormenta escampe.