"Mi madre murió por una sobredosis y a mi padre solo le he visto en la cárcel"
La avilesina Soraya Suárez lucha por recomponer una desgraciada vida en la que ha sido víctima de la droga y de la violencia de género
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Soraya Suárez: "Entré una vorágine horrible y destructiva que me llevó a varios intentos de suicidio e ingresos en psiquiatría"
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Avilés
La historia de Soraya es el relato de una escalera infinita llena de escalones rotos. Desde que nació hace 32 años en Avilés, esta madre de dos niños sucumbió a un entorno de drogas, delincuencia y violencia que mamó ya en la cuna. "Mi padre ingresó en la cárcel de Asturias cuando yo era un bebé, y sigue allí. Nunca ha estado más de tres meses en libertad. Mi madre hace ahora tres años que murió por una sobredosis". Con estos mimbres era difícil que el cesto de esta mujer no hiciera agua y aunque luchó contra la droga durante su adolescencia y juventud, precisamente por lo que vio casi desde la cuna, su primera pareja y padre de su hijo mayor se convirtió en el empujón hacia un sórdido abismo. "Él consumía cocaína y un día la probé. No le di importancia, porque empecé a tomarla de forma esporádica. El problema comenzó cuando cada vez que iba a salir consumía. Luego empecé a hacerlo por semana para ir a trabajar. Después me acostaba pensando que necesitaba tener para consumir nada más levantarme..." A su relación con la cocaína se unió una enfermedad y la infidelidad de su pareja. Operada de mal de Crohn, al volver del hospital se encontró en el salón de su casa todas sus pertenencias metidas en cajas y bolsas. "Pedí explicaciones y lo que recibí del padre de mi hijo fue que me echaba de casa", ha recordado.
Soraya se vio obligada a volver a casa de sus abuelos maternos, con los que se crió. Su expareja no solo la echó de casa sino que también de la peluquería en la que trabajaba y la privó de visitas a su hijo. Fue la puntilla. "Me pregunté: '¿Qué sentido tiene ya la vida si he perdido todo lo que merecía le pena?' Y entré una vorágine horrible y destructiva que me llevó a varios intentos de suicidio e ingresos en psiquiatría".
Era el final de una etapa en la que se coló la violencia de género. Los primeros golpes llegaron del padre de su hijo, al que retiró la denuncia presentada. Las agresiones siguieron en una segunda relación con un chico que también era vendedor y consumidor habitual de cocaína. Una historia que acabó con intervención policial. "Al principio fue todo muy bien, pero poco a poco me fue aislando de mi círculo de amistades hasta que acabó poniéndome la mano encima. Le perdoné porque pensaba que era fruto del colocón de turno. Hasta que me di cuenta de que aquello no iba a acabar nunca", ha explicado.
Y llegó la luz a este negro túnel. La unidad de violencia de género de la Policía Nacional de Avilés y Proyecto Hombre se convierten en su auténtico salvavidas. "Fue muy duro, pero ha sido la experiencia más positiva de mi vida. Porque no solo te ayudan a dejar las drogas, sino que te enseñan a quererte, a perdonarte, a no martirizarte. Te enseñan a vivir otra vez", ha señalado.
Soraya vive ahora con una nueva pareja con la que tiene una bebé de apenas un año; ha vuelto a ver a su hijo mayor, Leo de nueve años, y aunque la lucha continúa, es una pelea con esperanza. "Espero que mi historia acabe bien y pueda servir para que otras personas que se sientan tan perdidas como yo estuve, que no tire la toalla porque yo soy la prueba viviente de que se puede", ha concluido.