¿Quién es Putin?
La firma de Ángel Martínez en esta ocasión se basa sobre la guerra
Aranda de Duero
Esta semana y en esta columna me tocaba hablar del PP, de la corrupción versus espionaje, del griterío en la calle Génova pidiendo la dimisión de Casado y ensalzando la figura de Ayuso.
Y de pronto, llega un señor, no muy alto, cara redonda, que gobierna en Rusia y declara una guerra por todo lo alto. Y empezamos a pedir la PAZ, a manifestarnos en todo el mundo poniendo velas, haciendo vigilias, organizando tertulias sesudas con coroneles, escuchando a periodistas expertos en asuntos soviéticos.
Dicen que es comunista y que por eso lo hace, que quiere emular a los zares, que le apoyan los magnates rusos, que los ciudadanos que le votaron –más de un 70%- ahora no están de acuerdo y así, así, se van pasando los días, mueren ciudadanos que no quieren ir a la guerra pero les obligan a ir, y se libran los jerarcas que sí quieren la guerra pero que no van.
Y en este lío me encuentro sin saber qué hacer. En la asociación de vecinos hemos colocado un cartel con el mensaje “NO A LA GUERRA”. Pero sigo buscando una aportación algo más potente porque sólo mandar una adhesión a través de un mensaje de móvil me parece pobre.
Y sin querer, como quien no quiere la cosa, encuentro este pensamiento: “Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz”. Cuando María Montessori esculpió en su programa pedagógico estas ideas, nos dejaba un programa mundial de educación para la paz. Cooperación y solidaridad.
Seguro que Putin acudió a una escuela competitiva para ser el mejor servidor de una ideología represiva, absolutista, productiva de bienes y dinero, insolidaria, donde la excelencia consistía en ser el único, el verdadero, el poderoso y esto le ha llevado a lo que es: una personalidad egocéntrica, posiblemente sin empatía, sin remordimientos, que solo cree en el triunfo de su idea imperialista heredada de su escuela infantil y juvenil.
A lo mejor, nos vendría bien cambiar nuestra escuela para no crear personajes así.