Todos los hijos de Putin
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La opinión de Juan Miguel Alonso (3/3/2022)
León
Las bombas caen de nuevo sobre las ciudades, la lógica inhumana de la bala se impone y el viejo espanto de la guerra nos llena las pupilas de sangre seca. No hay nada que justifique el horror y la aniquilación de un pueblo inocente. Ninguna retórica imperial, ninguna teología libertadora Nada.
Hoy toca en el corazón de Europa y las calles se llenan de banderas azules y amarillas , de solidaridad , por fin, y de puertas que se abren para acoger a millones de inocentes sin culpa ni pecado. Daños colaterales les llama la llama la propaganda.
Pero esta trampa semántica no refleja el desgarro de los muertos , de la destrucción, de la huida, de la pérdida de toda una vida para siempre en lo que tarda un imbécil en apretar el gatillo. Este lenguaje tramposo no es capaz de acercarse ni de lejos a la crudelísima verdad de la muerte y la desolación que se abate sobre los ucranianos hoy, como tampoco a la de los palestinos que llevan sometidos a un política genocida por Israel desde hace décadas, a los que han robado su tierra, negados sus recursos, devastadas sus casas, condenados a una diáspora eterna , mientras el amigo americano veta una y otra vez las resoluciones de Naciones Unidas. Ni a la de los iraquíes o los sirios, cuyas ciudades son un montón de escombros y miseria, y a los que tenemos apresados en la cárcel turca , en campamentos miserables mientras Europa paga al carcelero para que los pobres no pisen nuestro jardín.
Malditos sean todos los tiranos que siembran la tierra sagrada de muerte y de mentira. Y malditos los cómplices silentes del infierno.