Llegan los primeros refugiados ucranianos a Vitoria
La comunidad ucraniana de Gasteiz organiza la recogida y los envíos de ayuda humanitaria y advierte de que ya ha comenzado la escasez de alimentos y medicamentos en su país
Testimonios de ucranianos que viven en Vitoria
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Vitoria
Asisten al horror desde la distancia. Conectados permanentemente con los suyos, atravesados por tormentas de sentimientos y emociones. Igor -16 años en España, medio año en Vitoria- dice que por momentos le parece estar contemplando una película de Hollywood. Pero la destrucción y la muerte son reales en su país, para su gente.
Nadie lo podía concebir. Andrei -ucraniano residente en Vitoria hace más de 15 años- estuvo visitando a su madre en Kiev hace apenas dos semanas. Sí había cierto estado de alerta -cuenta- la gente se apuntaba a cursillos para tener conocimientos de defensa pero nadie creía que el ataque iba a ser de estas dimensiones y que llegara, además, por Bielorrusia. Golpe cruel, lamenta.
Andrei tenía un billete comprado para su madre, para sacarla de allí, pero ella no quiso. No quiere. Sigue convencida de quedarse en su país, en su ciudad. Entra 5 o 6 veces al día alertada por las sirenas a un búnker y ayuda cocinando para niños o patrullas de civiles que realizan labores de defensa. Como los amigos del barrio de Andrei. Ahora -señala- los ucranianos están más unidos que nunca.
Igor y María -llegó a Vitoria con 5 años hace 18- tienen a buena parte de su familia en el oeste del país en la zona de Leópolis o Lviv, en ucraniano. Está muy cerca de la frontera con Polonia y allí, explica María, la gente está volcada en recibir a las personas que huyen de otros puntos calientes con el objetivo de cruzar la frontera polaca. Y también están preparando defensas -cócteles molotov, redes- para hacer frente a un posible ataque. Porque las alarmas también suenan allí y los aviones rusos -apunta Igor- están pasando por encima de la casa donde se crio.
Pero la guerra, el ataque no es solo militar, es también informativo -advierten- y apuntan a la manipulación informativa que el gobierno de Putin lleva practicando años y que contamina a su pueblo ,entre otros, con el argumento de que es necesario salvar a la población rusa sometida en Ucrania donde no pueden, por ejemplo, hablar su idioma. Andrei lo niega. Él mismo -señala- es rusohablante y asegura que no existe ese tipo de coacción en todo su país.
A Vitoria, informa Andrei, ha llegado en las últimas horas una familia que ha huido de Ucrania. Tenían una conocida aquí, pero carecen de sitio suficiente en su casa para albergar a los 6 recién llegados. Han intentado organizar su acogida desde lo institucional pero, esta noche, la pasarán en algún lugar que les puedan proporcionar los miembros de la comunidad ucraniana en Vitoria.
Y puede que lleguen más, porque el éxodo es brutal. El éxodo de quienes quieren y pueden salir. Parte de la familia de Igor ha pasado ya la frontera polaca. 48 horas horribles en la muga para conseguir el paso a Europa. María cuenta que una de sus amigas con el billete de tren en la mano no pudo ni entrar al convoy porque estaba ya atestado de refugiados.
Ayuda humanitaria
Desde Vitoria, y a través de la Asociación Ucrania-Euskadi, Andrei, María e Igor trabajan en la colecta y envío de recursos a Ucrania. De momento, solo pueden garantizar completamente su llegada hasta Polonia; allí, no obstante, son muy necesarios, porque los refugiados llegan prácticamente con lo puesto.
Ya han comenzado a escasear comida y medicamentos. Se necesitan alimentos enlatados, medicamentos anticoagulantes, material para curar heridas y quemaduras, elementos de camping y supervivencia o ropa interior polar. La tienda Slavianka, en la calle Esperanza número 2 de Vitoria, frente a la antigua estación de autobuses, centraliza la recogida. También hay habilitado otro punto en el Decathlon del Gorbeia donde informan sobre productos que se requieren, como camillas plegables.
Andrei, Igor y María solo quieren que esto pare ya. Que desaparezca "ese personaje" del mundo, pide Andrei, que advierte de que si a Putin no se le para en Ucrania la amenaza irá a parar a otros tejados. Igor desea que no corra más sangre. Ya ha corrido mucha en este mundo -dice- al tiempo que aconseja repasar la historia y sacar conclusiones y se pregunta si estamos evolucionando o involucionando. María, que planeaba volver a su Ucrania joven, con deseos de progresar, a su Ucrania unida, solo anhela volver a abrazar a sus abuelos, a su familia, a sus amigos.