Dolor y gloria
La firma de Álvaro Mogollo
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Álvaro Mogollo / radio jerez
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El pasado fin de semana fue muy triste. En la madrugada del sábado fallecía José Bernal, el que fuera delegado del Atlético Sanluqueño durante muchos años. Una pérdida que ha sido hondamente sentida en toda Sanlúcar porque era una persona muy querida en la ciudad. Horas más tarde, ya el domingo, era el periodista de Canal Sur Juan Manzorro el que nos dejaba. Un emblema del periodismo gaditano que, vinculado al Carnaval, la Semana Santa, el Cádiz y la actualidad provincial, ha sido llorado por todos los que seguían su actividad profesional. A uno tuve la suerte de conocerlo, al otro me daba esa sensación.
Mis primeros recuerdos de José Bernal se remontan a mi infancia. Lo veía en El Palmar, casi siempre con su hijo José Miguel, y era difícil no encontrarlo con una sonrisa. Con el paso de los años, cuando ya iba por mí mismo al estadio, me saludaba en la puerta principal, esa que ha de llevar su nombre como ya ha pedido en esta misma sección de opinión Antonio Fernández.
Hace algunos años trabajé con el Atlético Sanluqueño y ese hecho me hizo tener la fortuna de conocerlo más a fondo. Encajaba a la perfección con la definición de ser noble. Siempre estaba presto y dispuesto para ayudar en lo que fuera necesario y tenía el mismo trato cercano con el entrenador o el delantero centro que con cualquier aficionado del club. También con los árbitros, con lo que guardaba incluso amistad en algunos casos. Aún recuerdo sus abrazos eufóricos tras lograr el ascenso a Segunda B en el estadio de La Constitución de Yecla. Yo ya me había mudado a Madrid por aquel entonces y cada vez que iba a ver al Sanluqueño o venía de viaje a Sanlúcar, se alegraba verdaderamente de verme y sabe que era recíproco. Creo que, aunque supone un estandarte para los colores verde y blanco de la provincia, por encima de todo trascendía su calidad humana.
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Bernal fue delegado muchos años del Sanluqueño
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Bernal fue delegado muchos años del Sanluqueño
De Juan Manzorro mucha gente tiene recuerdos ligados a la radio, especialmente los aficionados al carnaval. Ahora es fácil seguir todo el concurso por televisión si uno quiere, pero antes no era así en las preliminares y la radio suponía la única vía. Es más, además de ser un medio que te permite escuchar en circunstancias en las que es inviable ver la televisión, la radio aporta esa magia de imaginar la realidad a tu antojo. Y Juan le aportaba a esa labor en las noches de invierno un toque fino de humor, elegancia y profesionalidad inigualable.
El periodismo a veces tiene esa paradoja en la que llegas a considerar gente cercana a personas que ni conoces. A mí me pasaba eso con Juan cuando coincidíamos muchas tardes en el autobús urbano de Cádiz durante enero y febrero. Él iba camino a El Falla y yo al aulario Simón Bolívar, a escasos metros. Lo saludaba y respondía cortésmente, pero siempre me entraban ganas de seguir hablando con él con naturalidad como si fuese amigo mío. A fuerza de coincidir, algunas veces nos despedíamos al bajar y me iba a estudiar con una alegría casi infantil. Imagino que a todos los que conozcan su figura les parece que debía ser un tipo sano y buena gente. Compañeros y amigos con los que he coincidido dan fe de ello.
Sin duda, dos tristísimas noticias. Especialmente porque no solo hay que lamentar la pérdida de dos auténticas instituciones en el Atlético Sanluqueño y en el periodismo respectivamente, lo peor es que se hayan ido dos personas tan buenas. Y ese hecho, ser buena persona, aunque pueda parecer poco, en estos tiempos modernos en los que seguimos mirando con horror escenas de guerra, hace que sus marchas sean algo aún peor si cabe. Al menos queda el consuelo de que estos halagos generalizados no se dan como impostado homenaje póstumo, sino que la gente así se lo hicieron saber en vida. El caprichoso destino quiso que José partiera después de la última victoria del Sanluqueño en casa y que Juan se fuera un domingo de carnaval. Ha sido un privilegio disfrutar de estos dos hombres de gran categoría. Descansarán en paz a buen seguro porque así se lo ganaron.