Condenado un hombre en Cantabria a 18 años de cárcel por secuestro y robo por una deuda de drogas
El tribunal ha valorado como creíble el relato de la víctima
Santander
La Audiencia de Cantabria ha condenado a 18 años y 8 meses de prisión, además de una multa de 1.440 euros, a un hombre por secuestrar, robar y lesionar a un cliente que le debía 600 euros por la compra de hachís.
En una sentencia dada a conocer este lunes, el tribunal ha considerado que el hombre es autor de los delitos de secuestro, robo con violencia, robo con fuerza, lesiones leves y contra la integridad moral, además de un delito contra la salud pública en concurso con otro delito de defraudación de fluido eléctrico, por el cultivo de hachís y marihuana que tenía.
En el juicio, que se celebró en la Audiencia de Cantabria el pasado mes de enero, se juzgó también a otro hombre que participó en los hechos, al que se le ha condenado a diez años de prisión por secuestro y robo con fuerza en casa habitada.
En concepto de responsabilidad civil, ambos deben indemnizar conjuntamente en 7.500 euros a la aseguradora de la vivienda en la perpetraron el robo, y en 3.600 euros a la víctima por los daños morales causados.
Además, el primero de ellos deberá indemnizar a la víctima en otros 2.400 euros por su mayor participación en los citados daños morales y también por las lesiones causadas.
El tribunal ha valorado como creíble el relato de la víctima, que debía al acusado principal 600 euros por la compra de hachís y que en verano de 2020, en Santander, fue citado en un parking para reclamarle el pago de 1.200 euros.
Ayudado por otras dos personas sin identificar, el acusado introdujo por la fuerza en el vehículo a la víctima, donde le "agredieron repetidamente" en el rostro, hasta llegar a un inmueble abandonado.
Allí, según el tribunal, le sentaron en un taburete, le ataron las manos con una cuerda y le exigieron que se quitara los zapatos, que arrojaron por la ventana y tras "darle bofetadas" le obligaron a que les diera las llaves de su casa y su teléfono.
Los agresores permitieron al hombre hacer tres llamadas telefónicas para que consiguiera el dinero que reclamaban, algo que no consiguió.
Después, le amenazaron "con cortarle los dedos de las manos con un alicate que esgrimían, así como con un machete” y también "le azuzaron un perro, todo ello con la intención de obtener de forma inmediata el dinero exigido".
Tras esto y al no lograr su objetivo, llevaron a la víctima a otro lugar, donde se encontraba el segundo hombre condenado.
En este trayecto, el hombre, que llevaba los pies atados, sufrió "un fuerte golpe" al caer por una escalera, que le llevó a perder "momentáneamente el conocimiento".
Al llegar al segundo domicilio, los condenados introdujeron a la víctima en un habitáculo de un metro de altura y profundidad, donde solo cabía de cuclillas.
Allí, según el tribunal, el hombre "fue humillado y amenazado de diversas formas" por el primer acusado y sus acompañantes, "sin que conste la intervención" del segundo en estos hechos.
En concreto, le arrojaron un cubo de agua fría por encima, le midieron manifestando que iban a cavar su tumba, le echaron gasolina por la ropa y le acercaron un mechero, simularon estrangularle con un palo de hockey, y le pusieron una toalla mojada en la cara mientras estaba atado y tumbado.
Tras estas amenazas, el hombre les dio la dirección de su domicilio y el pin de su teléfono móvil y el segundo condenado fue a la vivienda junto a otra persona, donde causaron daños y se hicieron con varias joyas y dispositivos electrónicos, todo ello tasado en 8.400 euros.
Al volver, dejaron al hombre encerrado en el habitáculo colocando delante un sofá, pero al carecer de vigilancia, éste logró de madrugada abrir la puerta y escapar descalzo, hasta llegar la Jefatura Superior de Policía, donde presentó una denuncia.
El tribunal ha señalado en la sentencia que había "contundentes" corroboraciones de que el relato de la víctima era cierto, como la cuerda con la que ataron sus manos, el machete con que le amenazaron y los diversos efectos personales que fueron sustraídos de su vivienda que encontraron los agentes de policía después de la denuncia.
La sentencia no es firme y cabe interponer recurso de apelación ante la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria.