Fútbol | Deportes
LEVANTE UD - OPINIÓN

Gracias, Miñambres

Habrá quien piense que lo que está haciendo el director deportivo no es estéticamente correcto, que el protocolo delimita el vestuario a la figura del entrenador, que invade una parcela que no le corresponde y que Alessio Lisci podría sentirse ninguneado

Felipe Miñambres nuevo director deportivo del Levante

Felipe Miñambres nuevo director deportivo del Levante

Valencia

El fútbol tiene algunos códigos infranqueables. En los vestuarios y en los palcos existen determinadas líneas rojas que cuando se traspasan pueden erosionar egos, herir vanidades, generar conflicto de intereses y reventar la buena armonía de jugadores con entrenadores, de técnicos con directores deportivos y presidentes, porque terminan entrometiéndose en decisiones que no son de su competencia.

Sin embargo, en la vida siempre hay excepciones y Felipe Miñambres es el mejor ejemplo de lo que está pasando en el Levante. El nuevo director deportivo ha detectado en una semana el enorme distanciamiento que existía entre los diferentes estamentos del club y ha aplicado una máxima cuando se propaga un incendio de enormes dimensiones.

Aparquemos nuestras diferencias personales y no nos pisemos la manguera porque la casa está en llamas y si seguimos con nuestra bronca no salvamos ni las joyas de la abuela.

Para liderar ese impulso y hablar con cada una de las partes sin salir carbonizado hay que ser valiente y poseer una enorme capacidad de convicción para que los afectados tengan la suficiente inteligencia emocional y sepan ocupar el rol que les corresponde en una situación de máxima tensión y en la que el Levante se juega la permanencia en Primera, el valor patrimonial de los jugadores, que son el mayor activo del club y los 55 millones de euros que se esfumarían del futuro contrato de televisión.

En definitiva, a Felipe Miñambres se le ha contratado para reconstruir un proyecto que Quico Catalán ha reventado con múltiples decisiones erróneas y el astorgano estaba en su legítimo derecho de encerrarse en el despacho, estudiar las cláusulas de escape de cada futbolista, pensar en el entrenador que fichará para la próxima temporada y montar la mejor plantilla de Segunda división, mientras los jugadores por un lado y Alessio Lisci por otro siguen ardiendo en la falla que hay plantada en Orriols.

Miñambres se resiste a una muerte dulce y quiere pelear la permanencia hasta donde las fuerzas y las matemáticas le alcancen. La primera medida que ha tomado es aparcar todas las tareas de futuro para centrarse en el presente y el presente está en la proximidad con los capitanes para conocer de primera mano lo que pasa a diario en el vestuario de la Ciudad Deportiva de Buñol y saber que herramientas tácticas y motivacionales necesitan para ayudarles en la lucha.

La segunda medida ha sido introducirse en las concentraciones, en las charlas de preparación de cada partido, en bajar al túnel en la primera parte del encuentro ante el Real Betis y transmitirle a Alessio Lisci que con (0-2) los tres centrales no pueden consumir minutos con una posesión inocua, que hay que ser más directos, incrementando la frecuencia de llegada al área rival con disputas y con duelos aéreos que generen segundas jugadas.

Y en el Wanda Metropolitano accedió al vestuario en el descanso para instruir y motivar a un equipo que terminó ganando en un estadio inexpugnable y en el momento más delicado de la temporada.

Miñambres ha ido de frente con sus ideas y con sus decisiones, no se ha escondido, lo dijo de forma cristalina en su presentación. “No soy una persona a la que le guste estar en la trinchera para que pasen las balas, pensando que se han equivocado otros, eso sería de cobardes. Yo he venido a sumar, a involucrarme en todos los aspectos del club en los que creo que puedo ayudar y como lo entienda la gente o el periodismo me da lo mismo”

Habrá quien piense que lo que está haciendo Miñambres no es estéticamente correcto, que el protocolo de buena conducta delimita ese espacio a la figura del entrenador, que está invadiendo una parcela que no le corresponde y que Alessio Lisci podría sentirse ninguneado.

En mi opinión, es justo todo lo contrario porque el máximo responsable deportivo se está exponiendo públicamente y puede salir chamuscado de un incendio que él no ha provocado. Felipe está actuando como pegamento para que todas las piezas se unan, peleen de forma conjunta hasta la última jornada y que con independencia del resultado no haya reproches por no haberlo intentado hasta el final.

La inmediatez de su contratación le ha venido muy bien a Quico Catalán porque le ha liberado de presión y le ha descargado de la responsabilidad de tener que destituir a Lisci si el equipo entraba en barrena y sin dirección deportiva, después de que en el Collao le dijera a la plantilla que no iba a tirar a ningún técnico más en lo que restaba de temporada, aunque hicieran el ridículo cada fin de semana. Si ahora Alessio fuera despedido esa decisión ya no será suya.

A los jugadores los ha tranquilizado, la comunicación es activa y recíproca, el lenguaje con un hombre de futbol se ha normalizado, se han simplificado los conceptos tácticos, se han desterrado los tecnicismos académicos y se perfila una propuesta reconocible con la que el equipo se sienta cómodo y seguro.

Y por lo que respecta a la figura de Alessio Lisci no habrá debate sobre su continuidad porque ha captado el mensaje y ha entendido la colaboración de Miñambres como una ayuda real y no como un ataque. El propio director deportivo es consciente que en circunstancias normales y con otro perfil de entrenador no actuaría de esta forma, porque la confrontación acabaría en ruptura pero con el joven romano no se va a producir porque no está en posición de fuerza, ni de exigencia, sino de que lo auxilien y lo apoyen.

Si se produce el milagro Alessio Lisci se colgará su medalla como integrante del éxito y si el equipo pierde la categoría, pero dando la cara en todos los partidos habrá tenido el privilegio de dirigir al Levante en la máxima categoría del futbol español durante 25 jornadas y su valor como entrenador aumentará en el mercado.

Llegados a este punto y después del disparate de temporada que entre unos y otros han perpetrado, pienso como Miñambres y no me importa lo estético, lo que establece el protocolo en estos casos o lo políticamente correcto cuando se está quemando la casa.

Me da igual si Alessio aprueba la irrupción del nuevo director deportivo en el vestuario, si Campaña se marchará libre, si De Frutos tiene un acuerdo con el Getafe o si Quico Catalán oposita para autoproclamarse presidente hasta 2028.

En estos momentos, lo único que le queda al levantinismo es comprobar que esta noche en Vigo su equipo será capaz de jugar frente al Celta con el mismo corazón que lo hizo ante el Atlético de Madrid, manteniendo la intensidad, la concentración y el entusiasmo que le conduzca hacia la tercera victoria de la temporada, aunque sepamos que el reto de remontarle once puntos al Granada en tan solo catorce jornadas es una auténtica quimera.

Gracias, Felipe. Tiene mucho valor que intentes salvar al Levante de un descenso anticipado, que tú no has provocado y del que no eres responsable.

José Manuel Alemán

Redactor de Deportes en Radio Valencia

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00