Los delitos, a los jueces

Barcelona

Los delitos deben examinarse ante los jueces. La instancia judicial es la más adecuada para entender de las quiebras de la ley penal, porque el abuso sexual será pecado para el nutrido sector cristiano de la sociedad. Pero es delito ante la totalidad de la ciudadanía. Por eso es una buena noticia que 68 casos de abusos sexuales eclesiásticos (no solo católicos) estén ya siendo evaluados por la fiscalía. Eso no significa que las averiguaciones de las confesiones religiosas, las investigaciones de una comisión del Parlamento, o las de una comisión independiente encabezada por el Defensor del Pueblo, dejen de tener sentido. Sobre todo si no se solapan con los juicios. Tendrán seguramente otro sentido: visualizar el crimen, hacer perceptible el dolor, acabar de ganarse a la opinión pública, buscar el arrepentimiento de los culpables. No es una apuesta menor. Muchos casos han sido ya archivados por prescripción, el transcurso del tiempo. Pero dice bien la fiscalía que no solo hay que practicar la justicia “retributiva” (proteger a las víctimas) sino también la “restaurativa”, reconocer el sufrimiento de las víctimas. Y de su gente más próxima. El asunto tiene también otro alcance, que a veces no subrayamos. Los abusos afectan a una parte especialmente débil de la sociedad, los chavales indefensos. En tiempos de desigualdad y vulnerabilidad en que los colectivos menos protegidos caen a la cuneta social, reivindicar su causa es levantar la bandera por la causa de todos los marginados, los oprimidos, los excluidos. Quizá estas son palabras muy sonoras. Pero ¿acaso no sintetizan lo que ocurre?

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