¿Es por la reforma laboral o por las elecciones?

Madrid

En la política sigue el tremendismo. No fue tan exagerado ni siquiera por la desgracia de la pandemia. Ni por la catástrofe del volcán de La Palma. Pero lo es por una votación en el Congreso. La triste sesión del jueves sobre la reforma laboral se agrava a medida que pasan las horas. Todo se enrarece. La amargura se vuelve acidez. Y lo civilizado se disfraza de salvaje. Todos nos equivocamos. Como el diputado extremeño del PP que pulsó otra tecla distinta de la que pretendía. Pero la gente más normal no echa la culpa de sus errores informáticos a ninguna institución. Todos nos enfadamos cuando nos creíamos ganadores y resulta que al final perdemos. Como el presidente del PP, Pablo Casado. Pero cuando eso sucede no culpamos a la autoridad de un delito de prevaricación. Ni la amenazamos con llevarla a los tribunales. A todos nos engañan. Pero impresiona oír al presidente de la Unión del Pueblo Navarro explicar cómo sus dos diputados “nos engañaron a todos”. ¿Por qué? ¿Qué pasa aquí? ¿Se trata solo de los nervios, la tensión, el sofoco de una sesión parlamentaria muy importante? ¿O sucede que la campaña electoral de Castilla y León intoxica aún más el clima general? De momento el PP constata que va cediendo espacio a Vox. Y el candidato Mañueco llama a su colega Díaz Ayuso para que le ayude a recuperar a los más carcas duplicando sus mítines. ¡Pero si Casado pautó la elección de Castilla para patrimonializar un gran éxito que rebajara las pretensiones de la presidenta madrileña!