Nos va la marcha

Asturias

Mientras la región vive por fin un descenso de los contagios de coronavirus y la sexta ola parece debilitarse de forma definitiva, la reforma del Estatuto de Autonomía resurge como el ave fénix y hace soñar a los asturianistas con un final feliz al estar dispuesto Foro a sentarse de nuevo en la mesa de negociación tras aceptar la propuesta de Podemos de modificar la fiscalidad. Quién lo iba a decir. Y eso que ya se sabe, la política hace extraños compañeros de cama. Sin embargo, todavía no está todo hecho. Ahora resulta que es IU la que se rasga las vestiduras y no pasa por eso de negociar perres por llingua. Y cada vez esto se enfanga más. El embrollo que son capaces de armar los políticos astures es de órdago a la grande. Y para lío el que acaba de montar el rector de la Universidad de Oviedo a costa de la reorganización de sedes y los estudios de Deportes. Gijón y Mieres pujaron por esta titulación sin cuartel y al final es la capital la que se la lleva con el correspondiente disgusto de gijoneses y mierenses. Ni siquiera, fijénse lo que les digo, los ovetenses parecen dispuestos a brindar por la decisión de Ignacio Villaverde, que con el mismo impulso ha decidido el traslado de Minas desde el oviedín del alma al Caudal. La polémica está servida, porque en Oviedo Minas es Minas y no creo que profesores, alumnos y empleados de la Escuela, así como el alcalde y su partido, estén muy contentos. Pero hay que dar sentido al Campus de Mieres cueste lo que cueste y algunos están dispuestos a comulgar con ruedas de molino. Vaya ensalada de cambios y vaya gasto y tiempo que va a suponer. No sé si es lo más oportuno y prioritario en los tiempos que corren. Espero que este melón se haya abierto para bien, y el nuevo equipo rectoral acierte, porque la Universidad es la institución que más deberíamos cuidar y respetar. El futuro pasa por sus aulas. De momento se presagia un terremoto y les aseguro que no soy capaz de vislumbrar ni su magnitud ni sus consecuencias.