La bolsita de plástico para el perro, un símbolo de esperanza

Hoy quiero confesar a nuestros oyentes que una bolsita de plástico puede ser un símbolo de esperanza. Muchos días, antes de ir al trabajo, saco muy de mañana al perro de mi hijo. Le pongo la correa, bajo a la calle, me pongo yo los cascos inalámbricos, enciendo la radio… Y la ciudad es nuestra.

Si dejamos a un lado las hazañas de Nadal, capaces de unir lo ejecutivo, lo judicial, lo político y hasta lo metafísico, la realidad no suele ser muy agradable. El perro va orinando por las esquinas de la corrupción, los abusos a menores en colegios religiosos, el Festival de Eurovisión, las mentiras mediáticas, las propiedades falsas de la Iglesia y las sorpresas de las reapariciones políticas. José María Aznar, un verdadero ejemplo de honestidad y verdad en el pasado, critica a los dirigentes actuales de su partido y exige una figura fuerte, quizá una mano de hierro, para dirigir España.

El perro entonces se detiene en un alcorque y deja un residuo de su ser. Yo saco una bolsita de mi bolsillo, recojo el residuo y lo dejo en la papelera que tengo más cerca. Seguimos camino. Estamos a la altura de la estación de Atocha. Escuchamos un tren que viaja hacia Portugal.