"¿Cómo se llama esta isla?, ¿es Grecia?"

Lesbos

La tensión en Idomeni, en la localidad griega fronteriza con Macedonia, se está haciendo cada vez más irrespirable por el bloqueo al que están sometiendo a todos los migrantes y refugiados que no sean sirios, iraquíes y Afganos. En esa zona siguen 1.500 personas, en su mayoría de Pakistán, Irán o Marruecos, precisamente un marroquí ha muerto electrocutado en medio de estas protestas en las que gritaban que si ellos no pasaban nadie lo haría. Y es que este bloqueo lleva más de una semana provocando escenas dramáticas en esta frontera, hay mucho temor entre los migrantes y refugiados que nos encontramos a que cierren el paso salvo para sirios, afganos o iraquíes. De momento podemos confirmar el hallazgo del cadáver de una mujer esta tarde en la isla de Farmakonisi, donde el naufragio de una barca deja al menos otros tres desaparecidos. Algunos medios hablan esta noche de otros 35 desaparecidos en la isla de Kos, de momento no hay confirmación oficial.

El frío ya ha llegado a esta isla pero las embarcaciones siguen navegando hacia esta isla de Lesbos y en mitad de la noche nos encontramos con unas linternas en la oscuridad de la carretera que lleva al aeropuerto de Mitilene bordeando la costa. Eran los frontales que iluminaba la llegada a suelo griego de un grupo de casi 60 personas, la mayoría sirios, entre los que estaba también Mohaned, un iraquí de 45 años que habla un buen inglés “Hemos llegado hace 40 minutos, la mayoría de refugiados que hay aquí son sirios. Durante el viaje hasta aquí hemos visto peligros así que esperamos llegar a otros país”, apunta.

Los peligros del viaje

Salieron a las diez de la noche y llegaron dos horas y media después a la costa de Mitilini, a la misma entrada al parking del aeropuerto de la isla. Con él viajaban 25 niños, en total 56 personas a bordo. Mohaned estaba totalmente desubicado cuando lo encontramos, de hecho fui la primera persona que encontró al pisar Lesbos y lanzaba preguntas que con su abrigo negro, su gorro y su talante sorprendían mucho, no sabía adónde había llegado. La única pista clara de que era un refugiado es que aún se estaba quitando el chaleco salvavidas. “¿Es esto Grecia?”, interroga antes de preguntarme el nombre de la isla. “Algunos nos dijeron que íbamos a ir a Mitiline y otros a Lesbos”, comenta, y le digo que es lo mismo. Más de la mitad de los ocupantes de la barca hinchable en la que viajaban eran niños y de ellos 11 bebes, todos ateridos de frío. La temperatura era de 7 grados y el viento era húmedo.

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Mientras Mohanid explica los peligros del viaje, dos figuras espigadas -totalmente tranquilas y que parecen ajenas a la escena- nos contemplan. Son dos altos sudaneses del sur, huyen de Bor, al norte de Juba, uno de los escenarios más sangrientos de la Guerra de Sudán del Sur. "Salí de Juba el 19 de noviembre, de allí en avión a Qatar y después a Estambul”, explican. Consiguieron visa para llegar hasta Turquía y tenían dinero para pagar el barco para cruzar hasta Grecia pero ahora están totalmente desubicados. "Pagamos 1.200 cada uno al traficante para el barco, dejé mi país por la crisis, por la guerra. Como no estaba seguro decidí salir y llegar a Europa, por la guerra de mi país soy refugiado", explican. Con 33 años, este sur sudanés que huye de una guerra y de un país con más de 2 millones de personas pasando hambre quiere ir a cualquier país donde esté a salvo, no puedo elegir.

“Puedes morir hoy o mañana. Todos quieren salir”

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Esta mañana hemos visitado el campo de Kara Tepé, donde sólo están las familias sirias con pasaporte. Algunos de los hijos de Louai, de 39 años y natural de Damasco, correteaban por el campo. Louai nos cuenta que tuvo problemas para salir desde Alepo hacia Turquía. “Estuvimos 3 días durmiendo en la calle antes de ir a Turquía, y ahora nos gustaría ir seguramente a Suecia porque todo el mundo habla bien, Alemania también, pero hay ya demasiada gente”, explica. Louai ha viajado con 14 miembros de su familia. Tenía una tienda de informática y productos informáticos en Siria, anoche lo vimos rodeado de niños y hoy estaba con su mujer, 5 hijos, el marido de su hija, y los hijos de sus hermanos. Este ciudadano sirio nos cuenta que le ha costado mucho dinero llegar hasta aquí. “Los adultos pagan 900 euros y los niños la mitad”, apunta. Se ha gastado más de 5.000 dólares para cruzar con toda la familia.

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Louai describe los muchos problemas que padecen ahora en Damasco. “Puedes morir en cualquier minuto, 5 años atrás la vida estaba bien pero ahora no puedes hacer nada, no puedes ir a ningún lado, la situación en Damasco es muy peligrosa. Puedes ver en un momento que no pasa nada pero a los 10 minutos explota una bomba. Todo el mundo quiere salir, puedes morir hoy o mañana, el problema es el dinero, si todos tuvieran dinero todos saldrían a cualquier país. La cuestión es que todo el mundo quiere salir de Europa hacia cualquier país”.

Cerca de la tienda de Louai juegan los hijos de Monar. Él y su mujer quieren ir a Suiza donde está la familia de ella. Nos cuenta que solo quiere un futuro para sus tres hijos. Ayer vimos a la pequeña Salma en shock. No hablaba, no se movía. Hoy correteaba por un espacio seguro para la infancia de Save The Children donde pintarrajeaba la casa que se ha visto obligada a dejar atrás. Ella y su familia saldrán pronto de Lesbos, como sirios -igual que iraquíes y afganos- siguen teniendo la posibilidad de seguir camino en busca de asilo en Europa, el resto de nacionalidades seguirán bloqueadas.