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Calle Ramón Menéndez Pidal

Repasamos la vida de esta figura imprescindible para el estudio de la literatura castellana a través de la calle que lleva su nombre en Lardero

Me llaman calle: Ramón Menéndez Pidal (Lardero)

Me llaman calle: Ramón Menéndez Pidal (Lardero)

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Logroño

La calle Ramón Menéndez Pidal de Lardero está ubicada en las afueras del pueblo. Una calle sin asfaltar, sin edificios residenciales... Una calle con "apariencia de pueblo", como los que bien pudo recorrer su protagonista en busca de los fragmentos del romancero español que todavía pervivían en la memoria colectiva.

Ramón Menéndez Pidal fue, entre otras cosas, académico de la Real Academia de la Lengua, que resume su obra y vida en este texto:

Nacido en La Coruña el 13 de marzo de 1869, de familia asturiana de fuertes convicciones conservadoras, simultaneó los estudios de Derecho con los de Filosofía y Letras (1885-1891). Muy crítico con la preparación recibida en la universidad, Ramón Menéndez Pidal se formó como filólogo de forma casi autodidacta, con la lectura de la obra de los grandes romanistas europeos y de autores que le introducirán en las bases metodológicas de la Filología, como Alfred Morel-Fatio y Manuel Milá i Fontanals.

Su reputación como filólogo fue creciendo a partir de 1895, cuando ganó el concurso convocado por la Real Academia Española sobre el poema de Mio Cid, pero fue decisiva la excelente acogida que tuvo entre los más reputados filólogos europeos, al año siguiente, la publicación de su primer libro, La leyenda de los infantes de Lara, en que demostraba la existencia en España de una poesía épica nacional. A fines de 1899 obtuvo la cátedra de Filología Comparada del Latín y del Castellano en la Universidad de Madrid.

En 1900 contrajo matrimonio con María Goyri, una de las primeras universitarias españolas, quien le había acercado a los postulados de la Institución Libre de Enseñanza, lo que le distanció de las posiciones ideológicas de su familia. Durante su viaje de bodas, los recién casados recorrieron la ruta que había seguido el Cid en su destierro y tuvieron la ocasión de comprobar la pervivencia del romancero a lo largo de la historia. Es cierto que su hermano, Juan Menéndez Pidal, ya había comenzado a recoger muestras del romancero, pero es a partir de este viaje cuando su recopilación y estudio comenzó a tomar forma como proyecto científico compartido por el matrimonio: hoy el Archivo del Romancero atesora una valiosísima colección documental, que puede considerarse una parte importante del patrimonio de la humanidad.

En 1901 fue elegido miembro de la Real Academia Española, en la que ocupó la silla b. Su ingreso tuvo lugar el 19 de octubre de 1902, con un discurso sobre El condenado por desconfiado, de Tirso de Molina, al que respondió, en nombre de la corporación, Marcelino Menéndez y Pelayo.

En diciembre de 1903 se publicó la primera edición del Manual elemental de gramática histórica española, una de sus obras más reeditadas, en versiones cada vez más elaboradas. En 1904 viajó a América, como comisario regio designado por Alfonso XIII, para emitir un laudo que zanjase el litigio fronterizo entre el Ecuador y Perú; durante ese viaje pudo comprobar la pervivencia de la tradición romancística en Hispanoamérica.

Por esas fechas publicó aportaciones tan significativas en los diversos campos de los estudios filológicos, como “El dialecto leonés” (1906), las ediciones de la Primera crónica general de España (1906) y del Cantar de Mio Cid: Texto, gramática, vocabulario (3 vols., 1908-1912) o de El romancero español (1910).

 
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