Cómo hemos cambiado
En esos pequeños gestos están los grandes cambios: vivir pegado al gel hidroalcóholico, quitarse la mascarilla tirando apartando la tira, no tirando de la boca, enseñar al niño a que se contenga, y contenerte, para saludar de lejos; trabajar sin ir, vivir sin salir, correr sin moverse
Madrid
Nosotros nos fuimos a apoyar en el humor, en los memes, y en los propósitos, como si el 14 de marzo fuera 1 de enero. Y lo llenamos de buenos propósitos. Tantos que muchos de los que celebraron que por fin fueran a tener un momento de paz acabaron angustiados de tanta tarea. Ahora que teníamos que guardar distancia nos hemos hermanado en los balcones. Y hemos ido cambiando las prioridades. Primero agotamos el papel higiénico y al ver que la cosa se alargaba fuimos a por la harina y el chocolate y el vino.
Se ha puesto el cielo más claro y más azul. Algunos animales han tomado la calzada. Ha subido el precio de los alimentos que más tomamos en estos dos meses, sobre todo, el producto fresco. Nos hemos entregado a internet, a las series y a las redes sociales y a las videollamadas. Los abuelos han desarrollado la capacidad para decirle al nieto cuánto has crecido aunque lo vean por Skype, aunque el niño esté sentado.
Nos hemos visto con unos pelos como nunca. Hemos vuelto al teléfono fijo: ha llegado a subir hasta un 130% el uso de ese aparato por el que los jóvenes empezaban ya a preguntarse para qué servía: un teléfono enganchado a un cable. ¿Dormir? Pues menos. Menos y mal, nos dijo ayer el doctor Estivill.
Libros para dormir mejor. El gremio de editores dice que leemos un 4% más y las ventas de libros digitales se han disparado. Pero todo eso son números y lo que más nos puede cambiar será aquello que seguramente no pueda medirse en números: todo ese caudal de emociones, contradictorias muchas veces, por las que hemos ido pasando, de la incertidumbre al humor, de los ratos a gusto con nosotros solos a la ansiedad de estar solos con nosotros mismos. Y el miedo, el miedo por lo que vaya a ser, que eso no puede medirse.
Hemos aprovechado para conocer más nuestra casa, ya no quedan sudaderas o suéters viejos que menos mal que no tiramos. Hemos generado más basura y hemos reciclado más, un 15% más.
Ha sido una aventura ir a la compra, sobre todo al principio, hasta que nos fuimos acostumbrando a la mascarilla, y a que se empañaran las gafas, a pesar la verdura con los guantes, y a desinfectar las zapatillas.
En esos pequeños gestos están los grandes cambios: vivir pegado al gel hidroalcóholico, quitarse la mascarilla tirando la mascarilla de la tira, no de la boca, enseñar al niño a que se contenga, y contenerte, para saludar de lejos; trabajar sin ir, vivir sin salir, correr sin moverse.
