Hasta el último suspiro

Es verdad, aunque solo hasta cierto punto, porque en las autonomías ya se han trabajado mucho los acuerdos de gobierno, que no existe en España una profunda asunción de la política de pactos, con lo que conlleva de renuncias de unos y otros.

Pero aún es más exacto decir que somos nosotros, los votantes, quienes peor aceptamos estas luchas entre partidos para finalmente, cesiones obligadas, lograr un gobierno de coalición. Decimos que nos encanta la danesa Borgen, pero permitan a este Ojo, tan escéptico, que apostille que seríamos los ciudadanos quienes pondríamos el grito en el cielo contra el partido que hemos votado, si en aras de ese patriótico fin, renuncian a tres o cuatro puntos de las promesas que nos hicieron en campaña electoral. Vendidos y cambalaches, diríamos.

Quedan días para las investiduras, y nada deben extrañarnos los tira y afloja entre PP, Ciudadanos y Vox, o entre PSOE y Unidas Podemos, porque así ocurre en todos los países del mundo, Bélgica como ejemplo extremo, cuando necesitan llegar a pactos.

Lo más inmediato es la Comunidad de Madrid, que mañana deberá elegir presidente, presidenta en este caso, como ya han acordado PP y Ciudadanos. Pero por si alguien guarda en su corazoncito la ilusión de que Ángel Gabilondo pueda gobernar, olviden toda esperanza. La derecha no va a perder 20.000 millones de presupuesto. Antes muertos que sencillos.