¿Excelencia en diferido?

undefined
Madrid
Hoy hemos leído en el diario digital zamora24horas.com un titular que decía así: “Un estudiante zamorano recibe el Premio Nacional Fin de Carrera”. Resulta que el estudiante recogió el mismo día su título de doctor, obtenido con un sobresaliente cum laude, porque el premio por su fin de carrera llega con seis años de retraso, cuando él ya lo había olvidado, suponemos que incrédulo cada vez que oía hablar a los responsables públicos del valor de la excelencia cuando su excelencia estaba perdida en algún cajón ministerial.
Marcos Antón, que así se llama, ha contado en su perfil de Facebook sus últimos seis años de vida en los que ha compaginado trabajo y estudios hasta la extenuación, en los que ha visto emigrar a compañeros para poder trabajar y en los, quienes se quedaron como él, han tenido que emplear tanta energía en el estudio como en evitar trabajos basura o contratos de investigación precarios. Dice que no se arrepiente del camino recorrido, pero su relato es una llamada de atención a un país que debe decidir definitivamente a qué quiere jugar en esta materia, porque formar estudiantes excelentes que no tengan posibilidad de demostrar después su excelencia es una forma deficiente de afrontar el futuro.