El péndulo del PNV
El famoso péndulo del PNV osciló entre sus dos almas y ganó el pragmatismo. No es una sorpresa, porque apoyar los presupuestos era para el PNV una operación de alta rentabilidad
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Madrid
La decisión del PNV oxigena a un PP sin aliento y carcomido por la corrupción y prolonga un tiempo político vacío que ya no tiene nada que aportar. El famoso péndulo del PNV osciló entre sus dos almas y ganó el pragmatismo. No es una sorpresa, porque apoyar los presupuestos era para el PNV una operación de alta rentabilidad desde todos los puntos de vista y además evitaba un adelanto electoral en beneficio de Ciudadanos, su gran amenaza, mientras que oponerse al 155 no pasaba de un gesto sin valor operativo y no podía explicarse como defensa de la dignidad frente al atropello porque activar dicho artículo 155, por indeseable que fuera, era potestad del Gobierno amparada por la Ley. Y este aspecto me parece destacable porque, si bien es cierto que el PNV y el independentismo catalán están en el mismo bando, el nacionalista, ocupan hoy por hoy aceras muy distintas respecto al acatamiento de la legalidad vigente.
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Torra está en la desobediencia, el PNV, no. Y esa es una distancia muy grande, un aspecto fundamental para establecer los límites de la solidaridad. De hecho, en las circunstancias actuales hubiera estado más en la lógica de las cosas que el PNV hubiera tratado de convencer a Torra de que nombrara a un Govern sin presos ni huidos que haber intentado convencer a Rajoy de que reconociera un gobierno que la justicia no acepta. En cualquier caso, el PNV tendrá que pagar el precio de su contradicción. Bien es verdad que la contradicción más gorda no es la suya, los votos del PNV son los últimos, pero solo son 5. Ciudadanos, el paladín de la anticorrupción, sostiene al PP con 32.