La justicia es lo que importa
Lo que dice ahora el Supremo es que el proceso judicial en El Salvador fue una farsa y se agarra a que las víctimas eran españolas. Pero que algún asesino pueda acabar respondiendo de sus crímenes al menos nos congratula con la justicia.
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La opinión de Carles Francino: 'La justicia es lo que importa'
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Madrid
Si los caminos del Señor son inescrutables, no les digo nada los de la justicia. Les supongo más o menos informados de la polvareda que levantó en su día la decisión del gobierno de cargarse la ley de justicia universal; vamos, de restringir al máximo su aplicación después de que China –no sabemos exactamente con qué argumentos pero sí los intuimos- después de que China protestara por dos procesos que le afectaban directamente: el genocidio en el Tíbet y la represión contra el movimiento religioso Falung Gong. Eso ocurrió en enero del pasado año y fruto de esa reforma –que el Partido Popular aprobó en solitario- otros casos quedaron archivados; ya no había posibilidad de que jueces españoles persiguieran delitos cometidos en otros países para ser juzgados aquí.
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Bueno, pues ahora resulta que el Tribunal Supremo da la razón a uno de esos jueces, a Eloy Velasco, y ordena proseguir las investigaciones sobre el asesinato de Iñaki Ellacuría y otros cinco jesuitas en El Salvador. La masacre, que provocó en su día una enorme conmoción, tuvo lugar en 1989 y dos de sus responsables llegaron a ser condenados pero una ley de amnistía les permitió salir en libertad a los pocos meses.
Lo que dice ahora el Supremo es que el proceso judicial en El Salvador fue una farsa y se agarra a que las víctimas eran españolas. O sea, que estamos ante una buena noticia –seguro- pero nos queda la duda –o la certeza- de si todos los casos –o todos los países- pesan lo mismo. La respuesta, obviamente, es que no. Pero que algún asesino pueda acabar respondiendo de sus crímenes al menos nos congratula con la justicia. Algo es algo.