Millie Bobby Brown: "La tecnología es una de las principales razones por las que mi generación sufre problemas de salud mental"

Madrid

Como en el Hollywood clásico con el sistema de estudios, donde los actores y actrices trabajaban con exclusividad, Millie Bobby Brown se ha convertido en esta nueva era del streaming en uno de los rostros de Netflix. La joven actriz, que alcanzó la popularidad hace ya casi una década con la serie Stranger Things, ha protagonizado también para la plataforma las películas de Enola Holmes y Damsel. Ahora está al frente de la película más cara de la historia de Netflix, una superproducción de aventuras y robots que firman los hermanos Russo, los directores de las películas de Los Vengadores de Marvel. "Tuve el placer de visitarlos en el set de Atlanta hace unos años y pude verlos trabajar en directo, a partir de ahí se convirtió en un objetivo y un sueño poder trabajar con ellos. Cuando vinieron con Estado eléctrico sabía que, sin importar lo que me trajeran, lo iba a hacer. Luego fue una de las historias más prolíficas y originales que había leído en un guion, dije sí de inmediato", cuenta la actriz.

Madrid ha acogido la première europea de Estado eléctrico, la gran apuesta de Netflix para esta primavera que se estrenará el próximo 14 de marzo, y los protagonistas han ofrecido una (falsa) rueda de prensa -lo de falsa es porque había que enviar las preguntas con un QR y estaban filtradas-, para contar los detalles de este proyecto. La historia es una adaptación de la novela gráfica de 2018 del mismo nombre del autor sueco Simon Stålenhag. Los hermanos Russo, Anthony y Joe, adquirieron los derechos antes de su publicación y, tras años de trabajo y pasar de Universal al streaming, la película al fin ve la luz con un presupuesto estimado de más de 300 millones de dólares. La historia está ambientada en los años 90 y narra la aventura de una adolescente huérfana que emprende un viaje para reencontrarse con su hermano menor en medio de una rebelión de robots, explotados y luego marginados, y un líder tecnológico que intenta dominar el mundo. Precisamente de su relación con la tecnología ha hablado la joven actriz, referente de la generación Z y consciente de su influencia entre las nuevas generaciones.

"Estoy muy alejada de la tecnología. Tengo mucha suerte. Es que nunca me ha interesado realmente estar hablando por teléfono. No me parece divertido. Me encanta estar en la realidad, y creo que volviendo a la importancia de la película y su mensaje creo que mi generación y mi público realmente necesitan ver una película como esta, porque creo que, sin predicar nada, pueden reflexionar sobre cómo es su relación con la tecnología y crear un equilibrio saludable. Creo que todo se puede equilibrar perfectamente. La tecnología puede tener grandes beneficios, pero también es una de las principales razones por las que mi público sufre problemas de salud mental. Por lo tanto, es algo que tenemos que investigar más y de lo que debemos proteger a los jóvenes para que podamos tener un futuro más saludable", respondía la intérprete tras escuchar a su compañero de reparto, Chris Pratt, que confesaba su adicción al móvil.

"Soy tremendamente adicto a mi teléfono. Es un problema. Y tengo cuatro hijos. En casa no lo hago, intento no tener mi teléfono, no tener pantallas en casa. Por supuesto, confío en la tecnología y estoy agradecido por la tecnología. Creo que hay muchos aspectos maravillosos de los avances que hemos logrado con la tecnología. Pero tengo que ser muy consciente de que solo tengo una cantidad limitada de atención y no la debo dedicar toda a ella. Hay un entretenimiento pasivo basado en algoritmos que realmente te lleva a un estado de hipnosis. Y soy víctima de ello. En esta gira, que estoy lejos de mis hijos, cojo el teléfono y digo: ¿qué he estado haciendo? Acabo de mirar este feed y no creo que haya sacado nada de esto aparte de cuatro horas sin dormir o algo así. Mi relación con la tecnología es un poco como una droga, y probablemente necesite ingresar en un centro de rehabilitación lo antes posible", decía el actor, conocido por títulos como Guardianes de la Galaxia.

Nuestra relación con la tecnología, con el control de las máquinas, es uno de los temas centrales de Estado eléctrico. También la vuelta a unas relaciones más sanas, con mayor empatía, donde los humanos, y también los robots, valoren el momento presente y la humanidad de cada uno. En medio de eso está el arco central del personaje de Millie Bobby Brown en busca de su hermano. "El mayor reto ha sido enfrentarme al dolor y al duelo. Todo el mundo ha experimentado el dolor en algún momento, tiene muchas capas y formas de manifestarse. Ella pasa por todas las diferentes fases del dolor y, realmente, está tratando de salir de ese espacio oscuro en el que se encuentra al principio de la película. En su evolución, sin que se vuelva algo cansino, puedes ver que hay mucha humanidad en ella. Eso es lo que me pareció más difícil de navegar", explicaba la actriz que vuelve a interpretar un personaje con esa pátina de nostalgia noventera y con una estética muy particular para una adolescente de esa época -maquillaje, labios y cejas perfiladas incluido-.

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"Cuando leí el guion inmediatamente quise teñirme el pelo. No sabía si iba a ser rubio decolorado o, de hecho, hablamos de usar un color como el rojo o el azul. Lo estuvo investigando, yo nací en 2004, por lo que investigar implicaba retroceder en el tiempo. Pero luego me topé con una imagen de Drew Barrymore y se la envié a los Russo. Y ellos aprobaron el look. No era solo el peinado, era también su aspecto, todas las capas, ese flequillo con el que intentaba como esconderse. Esconde alguna emoción, tal vez esconda algún sentimiento. Siento que ella oculta mucho de lo que siente, y el flequillo ayuda con eso. Soy muy fan de esta estética de los 90, me ha gustado mucho este estilo y me encanta desarrollar este personaje y rendir homenaje a algunos iconos de los 90. Espero que ahora Michelle pueda ser un personaje icónico de los 90 por sí sola", contaba la joven actriz mientras los directores pedían que sonara Don't Stop Believin', uno de los temas de la película en su versión instrumental con el que han entrado a la rueda de prensa.

Chris Pratt ya había trabajado con los Russo en las películas de los Vengadores y aquí, dice, ha disfrutado mucho con la posibilidad de crear, improvisar y jugar con un personaje más cómico, el típico acompañante de la protagonista en este western robótico. "La película es un viaje muy divertido, puedes buscar referencias a la cultura pop y ayuda a que la película sienta nostalgia por una época que realmente no existía porque es una versión alternativa de la década de 1990. Soy un niño de los 90, me ha encantado repasar la música que me gustaba en esa época y el vestuario de mi gente en esos años, ha sido muy divertido, muy distinto a lo que había hecho antes. La parte de improvisación en la comedia ayuda a crear algo nuevo y fresco, con esa ligereza que tiene el personaje para compensar al de Millie". Los creadores han trabajado durante años para crear ese universo, esos robots realistas y tiernos, inspirados en las películas de ciencia ficción de los 80, donde el otro, el extraño, era el amigo y no una amenaza. De ahí también el aspecto visual de una película que huye de los efectos digitales de los superhéroes y presenta un imagen más artesanal, más acorde a esta historia de aventuras familiar.