Las claves para entender por qué Francia ha arrasado otra vez en las nominaciones a los Oscars
‘Emilia Pérez’ y ‘La sustancia’ dan al cine francés un gran número de nominaciones en los premios de la Academia de Hollywood. Son el resultado de una industria que apuesta y externaliza su cine
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French three-coloured flag in Cannes (south-eastern France). (Photo by: Andia/Universal Images Group via Getty Images) / Andia
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París
El cine francés es el único que puede hacerle frente al todopoderoso Hollywood. Produce, exporta y gana premios en festivales y llega a los Oscar. Están en todos sitios. Miren la cartelera española, por ejemplo, donde cada semana hay un estreno (o dos) francés. Ellos ven sus películas, van al cine, y son los únicos que han sabido frenar el auge de las plataformas en todo el mundo. Este éxito se debe a varios factores. El primero: el talento y el buen hacer de sus artistas. Segundo: que, hasta ahora, todos los gobiernos han creído en la cultura francesa. Y tercero: el gran engranaje perfecto de un sistema único en el mundo en el que intervienen varios ministerios y organismos privados. Es lo que se conoce como el “modelo francés”, que sobrevive a pesar de los vaivenes políticos, sociales y económicos. “Estamos observando una buena dinámica en 2024, que acabó con 180 millones de espectadores en la taquilla francesa, lo que nos convierte en uno de los pocos países, si no el único, que ve avances respecto a 2023”, decía Gilles Pelisson, responsable de Unifrance, organismo y marca que se encarga de difundir el cine francés por todo el mundo.
Unifrance es una de las patas de ese modelo francés. Se encarga de la exportación. “Unifrance desempeña este papel exportador para dar a conocer el cine y la televisión francesas. Tenemos la misión de defender la riqueza y la diversidad de Francia, un país que todavía produce muchas películas”, definía Pelisson. Una de las cosas que hace, además de estar presente en todos los festivales y crear certámenes dedicados al cine francés en países de todo el mundo, es un encuentro para el mercado y la prensa que inaugura el año cinematográfico. La rendez-vous de Unifrance es un punto importante de esa promoción exterior. Durante una semana, juntan a exhibidos de todo el mundo para que vean las nuevas películas francesas que podrán llevar a los cines. Un total de 390 compradores, procedentes de 44 países, y 45 agentes de ventas internacionales franceses en el sector cinematográfico, y con más de 100 compradores y 60 empresas exportadoras. Un mercado que se adelanta al del Festival de Berlín y que prepara el terreno para el gran mercado del cine, el del Festival de Cannes. Por otro, durante esa semana, cientos de periodistas de todo el mundo vienen a París a entrevistar a artistas y creadores de las películas que durante el año se irán estrenando en los cines de su país. Una maquinaria de promoción que requiere de inversión pero también del compromiso de actores y actrices, como Vicent Lindon, Omar Sy, Valeria Bruni o Noemi Merlant. Así como de directores de todas las edades, como los veteranos Costa Gavras o Robert Guédiguian, o más jóvenes como Boris Lojkine.
En el encuentro de este año, se dieron las cifras anuales que indican algo importante, que las películas francesas son un éxito en su territorio. En 2024, tuvieron una cuota de pantalla del 44 por ciento, batiendo un récord de quince años. Aunque es cierto que se ha resentido algo, un 11 por ciento, en la taquilla internacional. “El hecho de que el 44 por ciento esté compuesto por películas francesas es una prueba de la fortaleza del cine local. Nos dará alas en 2025 como embajadores de la creatividad francesa en el cine y el audiovisual”, se mostraba confiado Pelisson que restaba importancia a esta caída, producida en medio de una caída del 9 por ciento en la taquilla mundial, con mercados dominados por las películas estadounidenses frente a los cines nacionales y no ingleses. La huelga en Hollywood y las secuelas, todavía, del Covid, pueden estar detrás de esa bajada internacional, así como que películas importantes para la taquilla mundial hayan sido distribuidas por Netflix en Estados Unidos e Inglaterra. Es el caso de Emilia Pérez, que la compró en Cannes la plataforma para estrenarla en el streaming.
Precisamente, otro de los éxitos del modelo es su fortaleza frente a las plataformas. A ellas le impusieron la obligación de producir cine y series franceses. “Las plataformas en Francia han invertido unos 360 millones de euros. Son importantes. Sabemos que contribuyen, por supuesto, a ampliar la visibilidad, de nuestro cine fuera de Francia, pero son un competidor importante también”, reconocía Pelisson.
Decía Berlanga que lo que necesitaba el cine español no era un legislador, sino un traductor del francés para que tradujera sus leyes cinematográficas. Lo cierto es que el modelo galo, ahora en crisis por los recortes del gobierno neoliberal de Macron, sigue un ejemplo perfecto de cómo construir industria, difundir una cultura y tener éxito en la taquilla. Además de Unifrance, del apego de los franceses a su cine y de plantar cara a Netflix, el modelo es más ambicioso. El país vecino destina casi 700 millones de euros para ayudar a sus películas en todas las fases de la creación. Protegen sus estrenos, y tienen algo que envidia todo el mundo, el sistema de financiación de dichas ayudas. El CNC, desde su fundación en 1946, se ha constituido en la entidad pública que ha permitido que Francia sea, hoy en día, líder a nivel mundial del cine de autor y de que la imagen de Francia y de su cultura sea conocida en el mundo entero a través del cine y el audiovisual. La asociación cuenta con cerca de 1.000 miembros, productores de largometrajes y cortometrajes, exportadores, directores, actores, guionistas, agentes artísticos e instituciones relacionadas. Cuenta con un presupuesto anual de 9M€ con contribuciones del Ministerio de Cultura y del de Asuntos Exteriores y Comercio Exterior, además de las contribuciones de sus socios. Dispone de sus oficinas centrales en París y delegaciones permanentes en Nueva York, Tokio, Seúl y Pekín.
El secreto para que el cine francés pueda sacar pecho en la era de los blockbuster radica en que, además de financiarse a través de las televisiones y las subvenciones (que alcanzan alrededor de los 700 millones y que gestiona el CNC), el cine galo recibe un 11,5 por ciento del precio de cada entrada de cine que se vende en aquel país. Se trata de un sistema redistributivo en el interior de la industria: no son los contribuyentes franceses quienes pagan con sus impuestos, sino solo quienes van al cine al comprar los billetes. De este modo, las películas que ganan más ayuda dan a las que ganan menos. Ocurre que, como más del 50% de la recaudación viene de los éxitos de taquilla estadounidense, acaba siendo el cine de masas y popular producido en Estados Unidos el que financia el cine independiente y de minorías de Francia.
Este encuentro de Unifrance suele coincidir con la campaña de premios, donde el cine francés tiene cada vez más predicamento. Es otro de los puntos fuertes del modelo. Si el año pasado vivíamos el fenómeno de Anatomía de una caída, la Palma de Oro en Cannes de Justine Triet, que ganó el Oscar a mejor guion, este año dos películas francesas han arrasado en las nominaciones. Emilia Pérez, de Jacques Audiard, es la película más nominada de los premios de la Academia, con trece candidaturas, y La sustancia, de Coralie Fargeat, ha logrado colarse en película y dirección.
La diversidad del cine francés es, sin duda, la envidia de países vecinos, como España o Italia. Hay películas con vocación taquillera que encima ensalzan a grandes escritores de la literatura francesa. Es el caso de El conde de Montecristo, película de aventuras que adapta a Alexandre Dumas y que ha logrado 20,7 millones de euros procedentes de 3,3 millones de entradas en 54 territorios. Es la película francesa más taquillera a nivel local con casi 10 millones de entradas vendidas. Le siguen la ganadora del Oscar Anatomía de una caída, de Justine Triet, con 4,9 millones de entradas vendidas y la que fuera la candidata francesa al Oscar 2024 de Tran Anh Hung El sabor de las cosas con 1,6 millones de entradas. Las tres películas tienen en común que viene del Festival de Cannes, gran puntal de la industria y del cine.
Entre las nuevas películas que veremos el próximo año, también se vislumbra esa idea de diversidad. Tenemos La historia de Suleyman, un fenómeno en la taquilla francesa que cuenta la vida de un joven de Guinea sin papeles y que trabaja como rider. También un biopic de Saint Exupery, el gran escritor francés. O Les balconettes, una comedia de mujeres al borde de un ataque de nervios en plena ola de calor. Hay también comedias románticas como Tres amigos, de Emanuel Mouret, o cine social, como El último suspiro o La pie Voleuse. Además de animación, con lo nuevo de Michel Hazanavicius. Esa variedad es la que, dice Pelisson, hace que el público se acerque al cine.
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Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...