Canícula
"Está relacionada con la constelación Can Mayor y con su estrella Sirius, que aparecía hace miles en el hemisferio norte justo cuando comenzaba la época más calurosa del año"
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Madrid
Es curioso que Toni Martínez se fijase en esta palabra precisamente, como diría Mario Panadero, en el Día Internacional del Perro sin Raza, del chucho, que Mario, precisamente, aprovechó para colarnos una canción de Chucho Valdés, como queriendo decir. Y es que la canícula está relacionada con la constelación Can Mayor y con su estrella Sirius, que aparecía hace miles en el hemisferio norte justo cuando comenzaba la época más calurosa del año. Así que a esa época abrasadora se le llamó canícula y, sin saber si fue antes el huevo o la gallina, la estrella principal de la constelación recibió el nombre de Sirius, que en griego significaba ardiente, abrasadora.
En castellano tenemos dos palabras para nombrar al animal amigo: perro y can. La primera es de origen incierto, quizás onomatopéyico. La segunda llegó del canis latino, y quedó para construir el adjetivo canino, que suena mejor que perruno, porque salvo que el dueño sea muy pijo nadie diría que tiene un can. Canino también nombra cada uno de los cuatro colmillos que tenemos los humanos, por su semejanza a la de los perros, y can está en el posible origen etimológico de Canarias, aunque se discute si fue por la gran cantidad de perros o de focas monje, canes marinos, que encontraron los primeros colonizadores. Y el estigma con el que carga el perro, desde el día de perros al hijo de perra, también lo encontramos en la palabra canalla, con la que nombramos a una persona ruin y despreciable. La construyeron los italianos con los mismos mimbres con los que los romanos acuñaron la palabra canícula.
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