"Mañana cruzaré la frontera que separa el infierno del mundo": Francino lee la reflexión que ha escrito la coordinadora médica de Médicos Sin Fronteras en Gaza, antes de abandonar el territorio

Madrid

Carles Francino ha compartido en La Ventana la reflexión que ha escrito Martina Marchiò, la coordinadora médica de Médicos Sin Fronteras en Gaza, tras verse obligada a abandonar el territorio. Como explica el presentador, no cree que haya mejor forma de abrir su programa que compartir esta crónica "tan personal y con un título que lo dice todo". Aquí puedes leerla íntegra.

La humanidad también arde

"A última hora de la tarde todavía hay algunos cuerpos en las bolsas blancas para cadáveres, a la espera de ser identificados. En algunos sólo quedan los jirones de lo que una vez fue una persona, con una vida, un nombre y un apellido. Algunos cuerpos probablemente nunca serán reconocidos por nadie, porque su familia ya no existe.

En el aire todavía se respira el olor a quemado de los que fueron pasto de las llamas. Las tiendas ardieron sin control, muchas personas murieron calcinadas. El ataque tuvo lugar en una zona que se había definido como segura, a menos de dos kilómetros del centro médico que Médicos Sin Fronteras había abierto el 15 de mayo en Tal Al Sultan, Rafah. El intenso bombardeo causó muchas víctimas, de las cuales 180 personas llegaron, con terribles heridas, a nuestro centro. Otras 31 llegaron ya muertas. Hombres, mujeres y niños heridos por metralla, con fracturas, lesiones traumáticas o quemaduras.

Dentro de unas horas dejaré Gaza, mi misión llega a su fin, y regresaré a Turín. He ido a despedirme de mis colegas en este trágico día. Estoy cansada y triste. Ha sido un día intenso, pero al final hemos conseguido dar el alta o trasladar a los heridos a los pocos hospitales que quedan. aunque ningún centro sanitario de Gaza puede soportar un flujo de pacientes como este. El sistema sanitario ha quedado diezmado y se está derrumbando.

Dejo Gaza con el corazón encogido, con el temor de que la de despedida de mis colegas sea un adiós definitivo y no un hasta luego, con la amargura en la boca por todo este desagradable dolor pegado a la piel.

Únete al canal de WhatsApp de la SER

Intento no pensar demasiado, no sea que sienta que ese dolor está ahora en mí. Ha debido entrar en mí cada vez que veía las tiendas que se multiplicaban a lo largo de la costa, la gente que huía por enésima vez y los edificios destruidos.

Tal vez, en cambio, el dolor entró a través de mis oídos con los disparos, los estruendos y los gritos que escuché. He olido este dolor, en el olor a quemado, en el sudor de los cuerpos que se agolpan en un hospital pensando que es un lugar seguro, y en el olor a sal que mueve el viento.

Mañana cruzaré la frontera que separa el infierno del mundo. Volveré a casa, yo que aún tengo una, pero nunca olvidaré Gaza y nunca dejaré de contarlo. Contarlo a veces salva vidas, y ayuda a no olvidar. Es hora de contarlo, de alzar la voz y de gritar por un alto el fuego, ¡ahora más que nunca!".