Una España más llena, más vieja y más intercultural: estas son las consecuencias de la nueva pirámide de población

Tenemos un país que vuelve a crecer en población como lo hacía en los años del ladrillo. De hecho, la población ha aumentado en más de medio millón de personas en el último año (exactamente 590.184), que es la cifra más alta desde 2008. Así que tenemos una España más llena: hay más de 48 millones de habitantes ya. En concreto, 48.196.000, el máximo de la serie. Nunca había habido tanta población en nuestro país. Y una España más vieja: tenemos 9,8 millones de jubilados y esa cifra sube hasta los casi 13 millones si medimos a quienes tienen más de 60 años. 13 millones de personas jubiladas o en edad de jubilarse. Pero, ¿quién va a pagar esas pensiones? ¿Quién está engordando la pirámide? Los inmigrantes. Frente a los discursos xenófobos de quienes dicen eso de «¡vuelve a tu país!»: Así que la fotografía es la de una España más llena, más vieja y más multicultural. Ahora mismo tenemos un problema para digerir un tramo de población. Tenemos 9,7 millones de jubilados y otros 14,6 millones de personas que tienen entre 44 y 64 años, es decir, que están camino de la jubilación, la generación del baby boom. Y el problema para digerir ese tramo de población es que tenemos: El sistema lleva a casi un pensionista y medio por trabajador si no se corrige. Ese es el problema de las pensiones, servido ya. De momento, el Pacto de Toledo ya ha retrasado la edad de jubilación. El Gobierno también incentiva el retraso y ha aprobado un aumento de las cotizaciones -es decir, pagar un poco más- para sostener este sistema, pero la solución exige algo más: o tenemos más niños o recibimos más inmigrantes para sostener uno de los pilares del Estado del bienestar. De nuevo, los números chocan con los discursos xenófobos: no sobran; faltan inmigrantes. Y también hay una implicación económica de todo este envejecimiento. Está empezando a surgir una «economía de los cuidados», porque las rentas más altas son las de la población más envejecida. Si la renta media de los jóvenes hasta 29 años es de 10.900 euros al año, la renta media de los mayores de 64 es de 14.426 anuales (un 32% más alta). Y si entre los jóvenes, apenas un 32,5% de ellos tiene vivienda, entre los mayores de 65, el 88,8% tiene casa propia. Así que están empezando a florecer negocios senior que buscan el dinero y el beneficio privado de los mayores. Se han disparado las llamadas “empresas asistenciales”. El negocio de las residencias para mayores vive un boom y suma ya 5.500 residencias con 382.000 plazas que mueven un volumen de negocio de 4.600 millones de euros, según los datos de DBK. Con tanto dinero en juego que 2.660 millones (el 58% de ese dinero) es de residencias privadas y otros 1.470 millones (un 32%) en plazas concertadas. La gestión puramente pública es testimonial en ese negocio y hay diferencias territoriales brutales. La autonomía con más plazas privadas es Madrid y la que tiene más plazas públicas es Extremadura. Los cuidados a domicilio son otro gran negocio privado. Facturan otros 1.755 millones de euros, un 2% más que antes de la pandemia. Y de nuevo, son cuidados que pagan los mayores de su dinero porque, según las estimaciones de DBK, son necesarios 11.000 millones de euros para cubrir el número de camas necesario para esos mayores ahora sin plazas.