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El Festival de Cannes rescata a Johnny Depp en 'Jeanne du Barry', una correcta y polémica inauguración

El actor protagoniza la película de Maïwenn, un retrato de una mujer que consigue ascender de clase gracias a su relación sexual con el rey francés Luis XV

Fotograma de 'Jeanne du Barry' con Johnny Depp y Maïwenn / NOTORIOUS PICTURES / stephanie branchu

Cannes

La historia de Jeanne du Barry es una historia de supervivencia. Un personaje condicionado por el género, una mujer en la Francia siglo XVIII, hija de una cocinera y de un monje que nunca la reconoció. También una historia de transfuguismo, de salir de la pobreza y acabar metida en la aristocracia. Su clase era el Tercer Estado, ese que sufría pobreza e injusticias y que, unas décadas después, se alzarían en una de las mayores y más complejas revoluciones de toda la historia mundial. Ese ascenso social es lo que conectó al personaje histórico con Maïwenn, directora y actriz francesa, que lleva a la gran pantalla en Jeanne du Barry, película inaugural del Festival de Cannes. El filme llega ya a los cines franceses, requisito sine qua non para poder abril el certamen, en un claro gesto a las salas de cine y al sistema francés, ese que tan buenos resultados a dado al país.

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La realizadora, que ganó el Premio del Jurado en 2011 con Polisse y volvió a la competición con Mon Roi, dirige y protagoniza este filme histórico y clásico, rodado en Versalles y juega con el relato de este personaje histórico que, a veces, recuerda a momentos de su propia biografía. La decisión más polémica, por dos motivos, era la de tener a Johnny Depp como Luis XV. Primero por ser un actor americano. Segundo, por la polémica en torno a las acusaciones de violencia de género contra el actor de Piratas del Caribe. Dentro de la pantalla, Johnny Depp se ha esforzado por bordar el acento francés y dotar al personaje de cierto carisma. De lo otro, ya le ha defendido Thierry Frèmaux, director del festival: "Si hay una personas en el mundo que no se ha interesado en ese proceso tan mediático, soy yo, yo me intereso en Johnny Depp como actor", agregó Frémaux.

Lo mismo que ha dicho la directora sobre el actor, al que dice que ya admiraba por su trabajo. Para ayudar a Depp con el francés, la directora evita grandes monólogos y diálogos y deja que el actor interprete con las miradas y los gestos del personaje, centrándose en su relación de amor con Jeanne du Barry, a quien interpreta la propia Maïwenn, en un personaje que ya interpretó Asia Argento en Maria Antonieta, la película de Sofia Coppola. La película es una historia de amor entre un rey y una plebeya, un amor que empodera a esta mujer odiada en la corte por sus orígenes humildes. Una historia de amor que nada que ver con la tormentosa relación de manipulación sentimental que la directora contó en Mon Roi.

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La directora elige la estructura del cuento de hadas para contar la vida de du Barry que tuvo, como tantas otras mujeres pobres, dos opciones: trabajar como esclava para los demás o usar su cuerpo para conseguir aquello que ansiaba, leer, escribir y vivir bien. La seducción y la prostitución como forma de ascenso social y económico, como forma de vida y la hipocresía que eso genera alrededor, en ese mundo que usa a las mujeres, pero luego las tira y se ríe de ellas. Debates que siguen en el espacio público y que dividen no solo a la sociedad, también al movimiento feminista. La vida de Jeanne du Barry deja ver cómo, en muchos momentos de la historia, el matrimonio ha sido una forma de prostitución y de acceso a un trabajo o al poder y cómo las mujeres con pocos recursos han tenido que elegir siempre condicionadas por su situación de clase, entre lo malo y lo peor.

La protagonista acaba trabajando como prostituta para el conde du Barry, que la coloca en Versalles para ganarse los favores del rey, que acaba enamorándose de ella. Las mujeres, de nuevo tratadas como moneda de cambio, condenadas a no estudiar, a no tener decisiones propias y a hacer lo que los hombres les dicen, pero no Jeanne du Barry que, desde niña, dijo no a la educación de las monjas y a la de todo aquel que quiso conducirla por el camino de las mujeres bien vistas por la Iglesia, la monarquía o la sociedad. La cultura es el elemento de emancipación, pero incluso a las mujeres pobres les cuesta acceder a él. En esto también hay algo de autobiográfico, como recordaba la directora que dejó la escuela muy pronto.

Una experiencia inmersiva en Versalles

El filme sumerge al espectador en el palacio de Versalles, en sus jardines y en las absurdeces y la ostentación de la corte, con su racismo incluido. Ahí es donde Jeanne du Barry encontrará las reticencias de la corte, que no le perdonan haber sido prostituta y pobre. En ese grupo se encuentra María Antonieta, la futura reina de Francia que llega de Austria para casarse con el delfín, Luis XVI. Sin saber nunca qué les molesta más, si que tenga una relación sexual y afectiva con el rey, un hombre casado, o que sea pobre y respondona y que no intente parecerlo. Mientras el resto de amantes del rey son bien vistas y se les permite estar en la corte, a Jeanne no. Ella se viste con descaro -con un diseño de vestuario que rompe con el periodo histórico-, besa al rey delante de los demás, se ríe y no se atiene al protocolo. Los pobres necesitan hacer cierta performance para parecer ricos y encajar en aquellos lugares que les son ajenos, parece decir la directora que entró en el mundo del cine causando escándalos, como su personaje, a quien llaman "criatura" o "escándalo", por su manera de comportarse.

La puesta en escena es clásica. La directora se recrea en espejos, lámparas, pasillos y grandes jardines. Las dinámicas absurdas de protocolo y pleitesía que muchos cortesanos siguen desplegando hoy día a monarquías que, a diferencia de la francesa, siguen en pie. Muestra los banquetes de la época y se permite algún que otro capricho, como el plano de su personaje subiendo una gran escalinata que recuerda a las escaleras de El desprecio, película de Godard que se proyecta precisamente en esta Cannes en versión restaurada. Como hizo Lanthimos en La favorita, el retrato de la corte sirve para explicar el cambio político en Francia y en Europa. La moda de la época, el colonialismo y la esclavitud, la dependencia de la religión o la geopolítica de aquel siglo, con la unión de los infantes de Francia y Austria.

La cámara se centra en la heroína de este cuento, una mujer que no se adscribió a las reglas, pero que fue percibida por los suyos como una tránsfuga. De ahí su trágico final, en los albores de la Revolución Francesa. En ese espíritu de no complacer a los demás, de no ceder ante los otros, en el que la directora se vio reflejada. Su propia biografía ha provocado esas miradas de reproche. Su padre tenía ascendencia vietnamita y su madre argelina, ella fue la que la apuntaba a todos los casting de niña para que fuera actriz y tuvieran un futuro. Debutó en el cine y con solo 16 años se casó con el cineasta Luc Besson, de quien se separó más tarde. Crítica con el movimiento feminista y defensora de Polanski y ahora tambiéde de Johnny Depp, Maïwenn es todo carácter, igual que este personaje. Hace unos días reconocía haber escupido a un periodista que criticó, precisamente a Besson, su ex pareja. Y no han dejado de sucederse rumores sobre la mala relación con el actor en este rodaje. Ese Versalles agobiante y lleno de normas es para Maïwen el cine francés, donde ha tenido que hacerse un hueco en estos años.

El resultado, sin embargo, es un filme correcto que cuenta una historia de amor y reivindica la figura de una mujer bastarda y mal vista por la sociedad de su época y que además habla de una clase social, el pueblo, frente a la nobleza, en los albores de esa revolución que acabaría con algunos de esos privilegios, aunque impondría otros nuevos.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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