Las guerras "fuera de cobertura"

Madrid

Desde hace 15 meses -por la guerra de Ucrania- hemos vuelto a desempolvar sonidos del miedo que creíamos ya lejanos: bombas, gritos de supervivientes, las voces de los que pueden huir o de las ya repetidas sirenas antiaéreas. Son los estruendos del dolor, que también retumban en los más de 30 conflictos armados que existen hoy en el planeta y que tienen muchas otras bandas sonoras, cuyo eco va mucho más allá de las últimas explosiones.

Un equipo de la SER junto a Médicos Sin Fronteras, ha entrado al quirófano del Hospital de Cirujía Reconstructiva de MSF en Amman, Jordania. Los médicos y enfermeros que manejan estos bisturís con los que intentan recomponer la pierna destrozada de un herido de la guerra de Yemen son las manos que han dado una segunda vida a más de 16.000 pacientes que han pasado durante 16 años por un centro ideado para atender a las víctimas de la guerra de Irak. Hoy trata a víctimas de Siria, Yemen o Palestina.

Hussein Riad, tiene solo 10 años y es uno de los casos más difíciles a los que se enfrentan los facultativos de MSF. Cuando la doctora Nagham Hussein le estira el calcetín se escucha rasgar la piel casi como si fuera papel de lija. "Es un reto como paciente", dice la doctora Nagham, porque llegó además desnutrido y no se le puede seguir operando y rasgando el hueso porque lo perdería. "La bacteria es resistente en el hueso y en su piel. Es un mal ejemplo de uso de antibióticos, no le dieron los adecuados y ahora no responde", señala. Si no reacciona antes de 3 meses habrá que amputar.

Una niña, inquieta y risueña, nos lleva a otro territorio de sufrimiento perenne, la franja de Gaza, donde se quemó la mayor parte de su cuerpo. Mira, de 5 años, tira de una red elástica de color llamativo. El doctor Marwan está haciendo que estire su brazo y su mano izquierda, sus tendones y su piel. Solo en este ingreso en el hospital de MSF en Amman lleva 5 operaciones para devolverle la movilidad, para que las cicatrices de las quemaduras no le impidan una vida normal.

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Mohamed, es de Daraa, la ciudad donde empezó todo en esta guerra Siria que se alarga ya 12 años. "Me encanta escribir, escribía poemas y más cosas, a pesar de todo no he parado… ha aprendido a hacerlo con la mano que le quedó sana, la izquierda", cuenta este joven de 29 años, que desde que se refugió en Jordania en 2016, pasó primero por el famoso campo de refugiados de Zahatari y ahora vive en Irbid a solo 20 kilómetros de la frontera con su país y a unos 40 min de la que era su casa y donde sigue viviendo su hermana. Gracias a la prótesis que le han puesto en el hospital de Médicos Sin Fronteras en Amman ha vuelto a escribir poemas con su mano derecha.

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20 años de cicatrices de guerra en Irak, dibujadas en la cara y en las manos quemadas de Abeer. Al fondo de la planta baja del hospital de MSF en Amman se está perfilando la nueva mano de la mujer. Suena a carpintería metálica, pero estamos entrando en el moderno taller de diseño en 3 dimensiones del hospital. El ingeniero ajusta las máscaras y las manos que ha elaborado con las impresoras 3D. En 12 horas imprimen esos prototipos para operadas por quemaduras y también la nueva prótesis de la mano de Abeer. "Era una niña cuando entraron los americanos, no recuerdo nada. Es triste, porque ahora Irak está muy destruida", recuerda sobre el 20 aniversario de esa guerra.