'Juancarlistas' contra todo pronóstico

Si Juan Carlos I fuese una ardilla, hace unos años hubiera podido cruzar la península ibérica saltando de cabeza en cabeza de los monárquicos. Quiero pensar que hoy lo tendría más complicado, aunque no imposible. Ya se sabe que la grada de animación juancarlista no desfallece en su apoyo al emérito por muchos desmanes que este cometa. Es lo que tienen las adhesiones inquebrantables. Donald Trump afirmaba que podría disparar a la gente en la Quinta Avenida y no perdería votos, con el emérito da la sensación de que si se colara en el zoo de Madrid y se cargara a todos los pandas la única que le iba a retirar la palabra sería Doña Sofía. O sea, no iba a notar la diferencia. Tal vez, envalentonado por esas muestras de cariño hooligan, la misma persona que tiempo atrás nos pedía perdón como un adolescente atribulado por habernos fallado en una de las semanas más duras para los españoles, ahora considera que no nos debe explicación alguna por un comportamiento no ya ausente de toda majestad, sino abiertamente delictivo. Hace poco nos visitó para exhibir su impunidad de manera caprichosa y con la campechanía mutada en soberbia. Esta semana vuelve a hacerlo con la excusa de asistir a los entrenamientos para competir en agosto en unas regatas que se celebran en la isla inglesa de Wight en las que, al parecer, ya se ha inscrito. Le podría haber dado por inscribirse en un curso de verano sobre ética de la función pública en Oxford pero lo de la regata es más fresquito. Como español me preocupa que esa competición sea una nueva oportunidad para que el emérito deje en mal lugar a nuestro país. Y no me refiero a que quede el último, sino a que le pueda su naturaleza y haga trampas.

'Juancarlistas' contra todo pronóstico

Trump afirmaba que podría disparar a la gente en la Quinta Avenida y no perdería votos, con el emérito da la misma sensación

Miguel Sánchez Romero