Las 20 cámaras de tortura rusas en Jersón: "Fuertes palizas con palos, descargas eléctricas y amenazas de muerte o mutilación"

Madrid

La bandera azul y amarilla vuelve a ondear en los edificios públicos de Jersón. Rusia se retira de la única capital regional que ha logrado tener bajo control. Es noviembre de 2022. Atrás quedan 8 meses de ocupación rusa, 40 días de anexión ilegal a través de un supuesto referendum y la huída de unas 150.000 personas, la mitad de su población. Desde entonces, la ONG Internacional Human Rights Watch (HRW) ha estado investigando allí el rastro de las tropas rusas. "Una amplia gama de abusos, incluidos los malos tratos y la tortura a civiles", explica Yulia Gorbunova, una de las personas que ha estado allí documentando lo que la población de este importante enclave al sur de Ucrania vivió de marzo a noviembre del año pasado.

"Residentes en Jersón nos han hablado de unos 20 centros de detención que las fuerzas rusas utilizaron como cámaras de tortura durante el tiempo que ocuparon esta zona", comenta Gorbunova, a la que personas que han estado retenidas en estos centros le han descrito "fuertes palizas con palos, descargas eléctricas, amenazas de muerte o mutilación y uso de posiciones de tensión". Además, la investigadora de HRW afirma que a los detenidos "no se les proporcionó atención médica", por lo que "algunos de ellos murieron y otros presenciaron la muerte de sus compañeros de celda aparentemente a causa de la tortura".

Unas prácticas que también ha documentado Amnistía Internacional (AI) y que están dirigidas a dos grupos distintos. "Tenemos que diferenciar entre personal militar, es decir, soldados que en un momento dado son detenidos y torturados para obtener información sobre posiciones militares, estrategias, etc; y población civil, personas que están siendo detenidas y torturadas, sobre todo, para infundir miedo y que se acepte la ocupación rusa de Ucrania", comenta Carlos de las Heras, portavoz de AI para Europa y Oriente Medio.

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Torturas a menores

Torturas que también han sufrido menores de edad en los llamados procesos de filtración, con los que Rusia ha trasladado forzosamente a civiles ucranianos. "Hemos hablado con padres y madres de menores de edad que han denunciado ese tipo de torturas, o incluso con estudiantes de 18 o 20 años que abandonaban ciudades como Mariúpol en busca de seguridad, y que han sido detenidos, en algunos casos durante más de un mes, siendo objeto de palizas, descargas eléctricas o amenazas de ejecución", explica De las Heras.

Aunque esta semana un grupo de medios ucranianos ha publicado un mapa con más de 100 puntos de detención en Rusia, Bielorrusia y las zonas ocupadas de Ucrania, los expertos coinciden en que cifrar el número de casos totales de tortura es prácticamente imposible. Al igual que predecir si estos crímenes de guerra van a ser juzgados en algún momento.

Crímenes que, por otro lado, no solo ha cometido Rusia. A finales del año pasado informe Naciones Unidas corroboró que también se habían cometido por parte de Ucrania. La ONU concluyó que mientras que del lado ruso las torturas han sido sistemáticas desde la captura, en el caso de Ucrania, el maltrato siguió un patrón en la captura, pero fue esporádico en los centros de detención.

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