Elvira Mínguez: "De camino a los 58 me siento como no me he sentido nunca. Empiezas a saber lo que realmente quieres y lo que no"

En este domingo de resurrección acompañamos en su nuevo nacimiento como escritora a Elvira Mínguez, con su nueva novela "La sombra de la Tierra". Hoy, Mínguez, una de las actrices de reparto más veterana en el cine español, cuelga el atuendo de personaje, para darnos el lujo de poder conocer a la persona, sus emociones, inquietudes y costumbres de domingo.

Y para conocer a la Elvira más suya, este desayuno con aura dominical, lo ubicamos en uno de los escenarios más costumbristas de la actriz: El Café central, situado en la plaza del Ángel, en Madrid. Un refugio en plena capital, donde pasó muchas horas leyendo, manteniendo charlas con amigos y donde dibujó mucho. Además, se encuentra cerca del taller de escritura que frecuentó en la época del 2004, momentos en los que germinaron cuatro personajes de la novela que nos presenta casi 20 años después.

Elvira dice que esta nueva faceta como escritora no se ha dado de la noche a la mañana; "ha sido algo que me ha dado de forma natural. Llevo 25 años poniendo personajes en pie. Escribo muchísimo sobre ellos y creo un marco de improvisación si lo necesito. Esto de escribir, de alguna manera, es otra forma más de narrar personajes y contar historias". Mínguez admite que no ha encontrado un momento determinado en el que ponerse a escribir, sino que tenía mucho material recopilado sobre esta historia y quería recopilarla en un libro. Es por eso que ha querido desayunar con nosotros en el "A vivir", para compartirnos la vida de Atilana, Garibalda y los 36 personajes que componen "La sombra de la tierra".

Mujeres sin piedad en un escenario donde todas las voces son esenciales

En esta historia de enfrentamiento entre féminas, inspirada en una fotografía de la bisabuela de la intérprete, que con un gesto muy duro y una profunda infelicidad dieron rienda suelta a una historia libre de clasificaciones y juicios, donde Elvira Mínguez pretende contarnos a través de las palabras la personalidad de sus personajes sin justificación de sus actos. Cansada de esa carga de sufrimiento, resignación y sacrificio que tienen los personajes femeninos a los que la actriz ha estado acostumbrada a interpretar en todos estos años, aquí ha decidido dar una vuelta de tuerca y colocar atributos, normalmente encasillados a personajes masculinos, a las mujeres de la novela, incapaces de amar, ambiciosas y manipuladoras, frente a hombres que se enamoran y se sacrifican.

Hay que remontarse a la guerra de Cuba en 1896 para entender las escaladas al poder que tiene Atilana y los escalones sobre los que pisa para poder ascender, los cuales se basan en personas de su vida, como sus hijos, uno de ellos fallecido en esta guerra. Pero, no solo Atilana tiene una personalidad compleja en este transcurso de la historia. Elvira se ha preocupado mucho de que todos y cada uno de los personajes que conforman la historia estuvieran completos y que, cuando el lector se sumerja en la historia, los pudiera ver de la misma manera en los que ella los ve: "los personajes secundarios a la hora de la verdad, son protagonistas de su propia vida. Todos nosotros somos protagonista de la nuestra y somos en relación a alguien. Por eso, necesitas a los personajes secundarios para poder narrarnos y poder narrar todas las historias. Por eso, los personajes secundarios son tan importantes".

Las primeras veces también pueden ser a los 50

Elvira no quiere volver para atrás ni para coger impulso. Siempre con el paso hacia delante, de camino a los 58, dice que ahora se siente como no se ha sentido nunca. " Te preocupas menos por las gilipolleces que hay alrededor, empiezas a priorizar, te conoces más, empiezas a saber lo que realmente quieres y saber que es lo que quieres y lo que no".

Y es ahora cuando ha decidido esperanzarse en la dirección en formato de seria corta de esta novela a la que ha dedicado tanto tiempo y esfuerzo. Poder transmitir a los actores y actrices que participen en este proyecto que se metan en el fango y se sientan seguros en su interpretación de estos personajes tan complejos, acompañados en todo momento de la presencia de Elvira, quien les guiará estrechamente en este camino, sino no tiene sentido.

Desayunos en domingos o días de fiesta

Elvira Míguez saborea los domingos desde bien temprano, empezar con un buen café y ojeando el periódico para enterarse de lo que ocurre en el mundo. Disfruta del silencio sepulcral de las cinco y media de la mañana para trabajar. En sus planes de día libre las mañanas son tranquilas, donde después de concentrarse de lleno en sus quehaceres, aprovecha para caminar, correr un poco y disfrutar de su compañero perruno. Elvira admite que es una señora de su casa, y eso de escribir es una de las cosas que puede hacer con un poncho y unas zapatillas de estar por casa, siendo uno de sus momentos más felices.