Podemos y Sumar, se gustan pero no se enrollan

Madrid

Para entender de verdad lo que pasó ayer entre Sumar y Podemos no hace falta un analista político sino un guionista de comedia romántica. Y es que los que hemos escrito historias de pareja tendremos menos estudios con un politólogo, pero sabemos que casi todas las cosas se entienden mejor si las leemos en términos de ligoteo.

Yolanda Díaz se presentó ayer como candidata a la presidencia del Gobierno y Ione Belarra no acudió a esa cita que tenía mucho de primera cita. Todos sabemos que sólo hay dos motivos para que alguien no aparezca en una cita tan importante. Que la otra persona no le guste. O que la otra persona le guste tanto que le dé miedo.

Y aquí algo de susto debía haber porque Podemos exigía firmar una declaración conjunta que recogiera las bases de cómo iban a funcionar las cosas dentro Sumar. Como si eso fuera poco. Si hoy en día dos adultos pueden tirarse meses saliendo antes de empezar a preguntarse qué rollo llevan, como para que un conglomerado de más de quince fuerzas de izquierdas se aclaren antes de la primera cita.

Podemos y Sumar son como esa pareja que lo tiene todo para gustarse. Piensan igual, comparten valores y quieren las mismas cosas. Pero no se enrollan. Basta que todos invitados de la fiesta estén deseando que esas dos personas se líen para que terminen por no liarse. En política pasa lo mismo. Sobre todo si esas dos personas son dos partidos de izquierdas. Porque si son de derechas, la noche de pasión está garantizada. Sólo hay que ver al PP y a Vox: ellos sí que en cuanto pueden, suman.