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¿Inventó realmente Alexander Graham Bell el teléfono? Lo que su correspondencia cuenta sobre el inventor humanista

Las cartas del científico muestran su preocupación por las dudas sobre la patente del invento o su importante labor educativa para ayudar a los sordos que arrancó por influencia familiar y en colaboración con su mujer, sorda desde la niñez

Cartagrafías sobre Alexander Graham Bell: lo que su correspondencia cuenta sobre el inventor humanista

Cartagrafías sobre Alexander Graham Bell: lo que su correspondencia cuenta sobre el inventor humanista

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"Telefonía" es una canción de Jorge Drexler, una oda a las telecomunicaciones que nos permiten estar conectados con nuestros seres queridos a pesar de la distancia. El teléfono móvil es heredero del teléfono convencional, un invento que patentó en un mes de marzo, de hace 147 años, en 1876, Alexander Graham Bell. Aquel aparato, patentado por él, que transmitía señales acústicas mediante electricidad, ya estaba inventado, tal y como se demostraría judicialmente más tarde, pero el nombre de Graham Bell ya era conocido mundialmente y gracias a su empresa, “Bell Telephone Company”, se extendió por todo el mundo.

Graham Bell tiene una importante correspondencia que retrata a un personaje fascinante, tremendamente humanista y con otras caras más desconocidas. Es uno de los inventores de los que más documentación se conserva. Puede consultarse online, en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, un archivo muy completo con cartas, fotos, artículos y notas personales que repasamos en este capítulo de la sección.

Alexander nació en Edimburgo -Escocia- en 1847 en el contexto de la fiebre inventiva de XIX cuando vio la luz el automóvil, la máquina de escribir, la fotografía moderna, la aspirina, el telégrafo y de la Primera Revolución Industrial que cambió por completo el panorama económico y social. De niño, era un poco rebelde, fuera y dentro de la escuela –no era muy buen estudiante- pero tenía inquietud por crear, por la poesía, la música y por superar retos. Varios miembros de su familia, entre ellos su abuelo y su padre se dedicaban a estudiar y enseñar locución. Su padre está considerado uno de los grandes investigadores de la sordera y desarrolló el conocido como “método del discurso visible” que permitía a los mudos articular palabras y leer los labios a otras personas. Sus hijos –eran tres niños- aprendieron el sistema para poder comunicarse con su madre que sufría sordera gradual. Él en particular, solía acompañar a su padre en conferencias públicas donde demostraba la eficiencia del método con el niño como modelo.

Carta de Alexander Graham Bell. Biblioteca del Congreso de USA

Hijo y nieto de maestros de locución

A los 16 años se fue a vivir una larga temporada con su abuelo a Londres porque se había quedado viudo. Según escribe su diario, le inculcó valores liberales fundamentales, perfeccionó su dicción, le animó a estudiar, refinó sus modales y vestimenta. .En lugar de estar con gente de su edad, pasaba el tiempo en compañía de sus amigos -pensadores, científicos- que marcaron su aprendizaje. Ver un autómata, un hombre mecánico que simulaba la voz humana en el laboratorio de un amigo de su padre le llevó a investigar en el mundo del sonido y lenguaje con el perro de la familia.

Tras el fallecimiento de dos de los hermanos, la familia se mudó a Canadá. Allí Bell continuó investigando en un taller casero mientras trabajaba entrenando a profesores en el sistema de señas de su padre. Abrió su propia escuela en Boston de fisiología vocal. Dando clase conoció al amor de su vida, Mabel Habberd, hija de un hombre de negocios que había fundado el primer centro de enseñanza para sordos de Estados Unidos, y sorda desde los cinco años por un brote de escarlatina. Ella fue de las primeras niñas del país en aprender a leer los labios. Se conserva mucha correspondencia compartida, parte de la etapa en la que se estaban conociendo. Se casarían, tendrían cuatro hijos y ella siempre alentaría su trabajo. Pero más allá de su relación, el perfil de Mabel tiene un perfil muy interesante: contribuyó al éxito internacional del teléfono, apoyó la investigación aeronáutica, fundó instituciones sociales, eran feminista y defendió abiertamente los derechos de las mujeres que discutía con su marido -escuchamos sus cartas compartidas-.

Toda una vida dedicada a la enseñanza para sordos por amor

El sueño de la familia y de Bell se cumplió en marzo de 1876. Fecha en la que oficialmente inventó el teléfono y el investigador pronunció la famosa frase "Mr. Watson ven aquí, quiero verte" mientras su asistente estaba a la escucha en una habitación contigua. Ese mismo día escribió a su padre relatando la experiencia -extracto-:

Querido padre:

Quiero comentarte que esta tarde he podido transmitir habla articulada de manera inteligible, desde un cable metálico. He ideado un nuevo aparato operado por la voz humana. No lo he completado todavía; pero algunas frases ya han podido ser entendidas. Me encontraba en un cuarto junto al transmisor, mientras que Watson se encontraba junto al receptor en otro cuarto, completamente alejados ambos de cualquier posibilidad de escucha. Le llamé a través del transmisor, diciéndole "Sr. Watson, venga aquí. Le necesito", y vino!

Me comentó que había oído cada palabra de manera diferenciada desde el electroimán situado en el otro extremo. Intercambiamos entonces las posiciones. El Sr. Watson comenzó a cantar un aria. Cada una de sus notas me resultaba audible. Después comenzó a leer un libro y la voz que me llegaba del electroimán lo hacía de una manera un tanto curiosa. El sentido no me resultaba inteligible pero me era posible identificar una palabra de aquí y otra de allá. La última frase sin embargo la llegué a entender del todo. Fue ¿Sr.Bell, entiende usted lo que le digo?" Probamos luego con otras frases," Cómo está usted", etc., con resultados satisfactorios. Éste ha sido un gran día para mí.

Siento que he dado con la solución a un gran problema y llegará el día en el que los cables del telégrafo lleguen a las casas como lo hacen el agua o gas, al tiempo que los amigos puedan conversar entre sí sin salir de casa.

Tu hijo que te quiere.

Alex

Este tipo de cartas son las que posteriormente utilizará para afianzar la patente del teléfono ya que en vida tuvo que enfrentarse a más de 600 demandas de otros inventores que aseguraban que habían inventado el aparato antes que él. Destaca la del inventor Elisha Gray y la del inventor de origen italiano, Antonio Meucci. Alexander ya manifestaba, en las cartas a su mujer, que estas batallas le quitaban el sueño:

"Me indigna la forma en la que los expertos han tratado mi caso. Realmente da la impresión de que hubiesen examinado a conciencia mi testimonio, con la peor de las intenciones. Arguyen que nunca construí un receptor telefónico, de membrana y armadura asociada, hasta más tarde. Los recuerdos de mi padre son demasiado imprecisos como para permitirle corroborar cualquier detalle de aquellas primeras descripciones. El profesor Henry falleció. Farmer me comentó que había anotado algo en su cuaderno, pero que no recordaba los detalles. En consecuencia, el martes me levanté con uno de los dolores de cabeza más horribles que puedas imaginar", escribe en una misiva dirigida a su mujer.

El italiano Antonio Meucci, reconocido como inventor del teléfono cien años después

En 2002, el Gobierno de Estados Unidos, declaró a Meucci como legítimo inventor del teléfono, decisión moral sin consecuencias materiales y que ninguno conoció en vida. Meucci bautizó su invento como “telétrofo”, luego “telégrafo parlante”, y lo ideó para conectar la planta baja de su casa con el dormitorio del segundo piso donde estaba su esposa enferma. No tenía dinero para patentar su invento, tampoco le dio mucha importancia. La prensa italiana de Nueva York llegó a publicar la noticia. Toda su documentación se perdió y tiempo después una investigación confirmó un delito de prevaricación que implicaba a empleados de Bell en la desaparición. Pero los juicios con grandes corporaciones eran muy lentos y todo se pausó cuando el italiano falleció hasta hace un años que se le reconoció públicamente.

Independientemente de todo, la compañía que creó Alexander, Bell Telephone Company, logró la implantación del teléfono como medio de comunicación de masas y Bell patentó otros inventos: el detector de metales, el pulmón artificial, el hidroala. No obstante, hasta el final de sus días, quiso autodefinirse como maestro de sordos y continuó trabajando en este campo. Fue mecenas de Helen Keller, mujer sordociega que fue la primera en conseguir un título universitario en Estados Unidos. Escritora, activista y oradora con la que intercambió numerosas misivas. La película, "El milagro de Ann Sullivan", retrata la especial relación que tenía Helen Keller con su profesora, Ann, especializada en la enseñanza de sordomudos, que le cambió la vida -Alexander las presentó-. A Helen le dijeron de niña que nunca llegaría a nada y está considerada uno de los cerebros más brillantes de su época. La película está basada en su autobiografía y cartas. Alexander financió su carrera y también Mark Twain, el escritor, que fue de los primeros escritores en disponer de un teléfono. Aunque luego comentaría por carta que ojalá Bell hubiese inventado también un silenciador.

La voz real del inventor se recuperó hace unos años gracias a la física de partículas. Las grabaciones estaban en un museo pero eran tan antiguas que no se podían escuchar y las ciencia las recuperó para la historia. Las cartas también recuperan su voz.

 
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