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Málaga 2023 | El grito de las mujeres por el derecho al aborto que firma Sílvia Munt

La actriz y directora presenta en el Festival de Málaga 'Las buenas compañías', una película sobre un grupo de jóvenes feministas, Las 11 de Basauri, que creó una red para abortar en plena Transición

La directora Silvia Munt (2d), posa junto a su elenco de actrices, Elena Tarrats (i), Alicia Falco (2i) y Itziar Ituño, durante la presentación de su película "Las buenas compañías" a la Sección Oficial de Largometrajes en el XXVI Festival de Cine en Español de Málaga. EFE/Jorge Zapata / Jorge Zapata EFE

Málaga

La ficción parece alertarnos de los peligros inminentes de esta oleada de conservadurismo que invade países como Estados Unidos y que puede acabar llegando a países como Francia y España, donde la luchas por los derechos de la mujer ha sido dura, constante. El cine americano ha hecho su Call Jane, una película en la que reivindica a u grupo de activistas que ayudaba a las mujeres a abortar. El cine francés tiene El acontecimiento, la película que adapta la novela de Annie Ernaux sobre el aborto de la premio novel en los sesenta. En España hora tenemos la película que homenajea a aquellas feministas que en la Transición se jugaron el tipo por ayudar a las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo.

Las buenas compañías es un excelente drama histórico y feminista que dirige la actriz y directora Silvia Munt. "Yo tenía esa edad, tenía la edad de Bea y me pasaban bastante de las cosas que le pasan", nos dice en una entrevista en la Cadena SER sobre el personaje protagonista del filme, una joven de Rentería en 1976, involucrada en las luchas políticas y feministas, conociendo su propia identidad y enamorándose por primera vez en un país difícil para las mujeres. "La mirada de esa adolescente en esa época donde todo revienta, donde todo explota y donde tienes una rabia dentro que te hace ir contra casi todo, contra lo que te había enseñado, contra lo que hace y significa tu madre y los valores que ella te intenta inculcar", señala la directora sobre esta historia de una madre y una hija. "Es el viaje, yo creo, que de toda una generación".

Las buenas intenciones muestra a un grupo de jóvenes, como muchas que en la Transición decidieron que ya era hora de estar bajo el yugo del Patriarcado y el Franquismo, donde la mujer era la ama de casa sumisa y servicial. "Para mí es un homenaje a todas las madres, madres como la mía que, hasta el último momento, tuvo culpabilidad por lo que hizo, porque la hicieron sentir culpable, porque lo vivió en soledad. Nunca olvidaré los últimos momentos de la vida de madre. Ella quería, y no era una mujer católica, confesarse por esto", recuerda la actriz que ganó el Goya con Alas de mariposa y como directora con el cortometraje Lalia, sobre una niña en un campo de refugiados.

Además de un homenaje es también una película que habla del presente. De lo que está pasando en estos momentos y de todo lo que queda por conseguir. "La sociedad va dando tumbos, ya vemos lo que ha pasado en Estados Unidos", explica la actriz sobre los estados de Estados Unidos que han prohibido el aborto y criminalizan a las mujeres que lo llevan a cabo. Para Silvia Munt la película alerta de alguna manera ante el repliegue anti feminista. Justo estas semanas hemos visto a diputadas, como Mireia Vehí denunciar el envío de fetos de plástico por parte de organizaciones ultra católicas como Hazte Oír.

"Da miedo. Creo que hay que estar atentos. No me preocupa que el feminismo tenga contradicciones, porque eso significa que cada una tiene su manera de entender las cosas y no hay obediencia debida. Un grupo que está vivo tiene que tener contradicciones y tiene que poder sacarlas a la luz. Pero sí me da miedo que eso se aproveche para ir en contra. Por eso digo que hay que estar atentos, pero no hay que tener miedo, porque el miedo paraliza y si nos paralizamos, viene el conservadurismo".

No es el primer largometraje que dirige, ni la primera vez que Silvia Munt se fija en relatos políticos y reivindicativos. "En todas las pelis que he dirigido y en los documentales he tenido en cuenta la política. Pero es que además pasas cuatro años de tu vida dedicándote a ellas, tiene que haber algo que te motive por dentro y que tengas ganas de contar y de volver a recordar". El corto sobre refugiados, el documental sobre la PAH, la Plataforma Antidesahucios y hasta está pensando en un nuevo proyecto. "Ahora tengo en la cabeza hacer un documental sobre la sanidad. Hay que hacerlo. Hacer cine me da la sensación de estar conectada y de servir para algo".

"Todas las películas son políticas. Da igual que hagas una comedia o una de tiros. Hay política y hay un planteamiento, lo quieras o no. Depende de cómo coloques a los personajes, de lo que hagan, eso ya da un mensaje. Si nos fijamos en las comedias de los 60 o 70 había un mensaje político aplastante".

Itziar Ituño es la madre, un personaje callado y comedido, que sufre a un marido en la cárcel enamorado de otra y que a penas entiende a su hija. Elena Tarrats es una joven que sufre violencia por parte de los hombres de su alrededor y Alicia Falcó es la protagonista. Una joven activista que está descubriendo su homosexualidad. "Es la historia de tres mujeres que hacen un viaje a su manera. Cada una de una generación y de una clase. Cada una con sus traumas y con sus cadenas. Y ese viaje las ha transformado. es algo que nos pasa a todos y a todas. Cada viaje, cada paso que das, te sirve para replantearte dónde estás y cómo son las cosas", explica Silvia Munt sobre sus tres personajes principales, rodeados de más mujeres, actrices como María Cerezuela o Ainhoa Santamaría.

"Es importante ver las contradicciones. En la protagonista vemos que hay un cúmulo de rabia, porque es una cobarde y no se atreve a decirle a su madre lo que siente. Porque había un abismo en la comunicación, daba pavor reconocer lo que uno era por no sentirse aceptado. Luego hablamos de la violación en familia y es que un cinco por ciento de las violaciones ocurren ahí. Y están las mujeres de la generación de mi madre que eran mujeres duras y víctimas, responsables, parcas emocionalmente. Educadas en el Franquismo y totalmente dependientes de los hombres, que podían hacer con ellas lo que quisieran", añade Munt.

Con buenas interpretaciones, buena ambientación y sin sentimentalismos, Las buenas intenciones ha dejado muy buena impresión en el Festival de Málaga y nos ha dado a conocer a Alicia Falcó, todo un acierto de cásting. "Fue un casting largo, porque ahí te jugabas la película. Pasaron muchas porque había muchos requisitos. Tenía que ser muy jovencita, tenía que tener un primer plano potentísimo, tenía que tener rabia, ternura, en fin, todo. Costó mucho y la encontré al final cuando ya estaba a punto de tirarme por el balcón. Necesitaba una especie de Amélie, una cara donde la película se asienta y con ella vas viajando".

Además de hablar del aborto, del machismo y el activismo, la película habla también de una cuestión importante entonces y ahora, la clase. Las dos jóvenes amigas pertenecen a clases diferentes, una limpia la casa de la otra. Ambas sufren la carga del patriarcado, pero cada una lidia con eso de manera diferente. "La clase marca. No hay otra cosa. Cuando la izquierda se pone excesivamente maravillosa, yo siempre digo lo mismo, es que hay unos señores que ganan 1.000 € y otros señores que ganan 800.000. No se puede, no hay otra guerra que esa. El desequilibrio es palpable en todos los sentidos, dese la educación, hasta de de salud".

La cuestión de clase era esencial, dice la directora, porque es algo que vivió desde niña. "Yo era una chica de barrio, de una familia. Vivíamos en un barrio en el Clot, pero lo que yo veía claramente es que había familias que creían que estaban en el bien y que iban a misa y se sentían intocables. Y luego estábamos los demás. Y eso, por desgracia, sigue siendo así. El desequilibrio está, creo que casi más camuflado. Por eso para mí era importante que en la película hubiera una tía de barrio, que tiene la rabia suficiente para luchar. La otra es difícil que se involucre por nada, porque vienen de manufactura como anestesiados".

 
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